VEO LIMPIAS LAS LUCES, A LO LEJOS...
Veo limpias las luces a lo lejos
y adivino debajo la silueta,
de ese pueblo, tan lindo entre las aguas
y la casa feliz donde naciera.
Es curioso que el tiempo no perdone
y nos traiga de nuevo las vivencias,
los momentos azules de la infancia
y el subir y bajar de las mareas.
Hay salitre si miro hacia ese tiempo
y también en la brisa que me llega,
un salitre que llega a los pulmones
con retazos de olas y de arenas.
Yo sé bien que hay que huir de la nostalgia
y también de lejanas primaveras,
y volver a aspirar en este día
el nordeste que abraza y que penetra.
Más no puedo escapar a mi destino
y a la voz que me llama de mi tierra,
esa Villa que tiene una Folía
y una Virgen que espera en La Barquera.
Y es allí donde voy con mis recuerdos,
a rincones preciosos con sus cuestas,
que te llevan a un mundo imaginario
donde vives de nuevo en la Edad Media.
No te engaño, al contarte todo esto,
y te invito a que subas a la iglesia,
y que veas allí, desde su patio,
las montañas y cumbres que te observan.
Porque el tiempo, tal vez se ha detenido,
en la Villa, pejina y marinera,
para hacer que escritores y pintores
beban libres la copa con su néctar.
Y tal vez cuando estén enfebrecidos
por el vino, el tabaco y las leyendas,
captarán el mensaje de las algas
y también de resacas y sirenas.
Porque un mundo sutil y diferente
está ahí, enraizado en sus callejas,
en los muelles ancianos que dormitan
y en robustas murallas con sus piedras.
Un castillo se alza equidistante
y domina las rías paralelas,
un fortín y bodega, al mismo tiempo,
con sus naves y muros centinelas.
Yo me dejo llevar por las pasiones
y los ojos entorno con tristeza,
para ir a ese mundo de los niños
a soñar con mi Villa y sus callejas.
"...Veo limpias las luces a lo lejos
y sé bien, que en silencio parpadean,
invitando a que vaya a San Vicente
y que luego visite La Barquera..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/01/13
y adivino debajo la silueta,
de ese pueblo, tan lindo entre las aguas
y la casa feliz donde naciera.
Es curioso que el tiempo no perdone
y nos traiga de nuevo las vivencias,
los momentos azules de la infancia
y el subir y bajar de las mareas.
Hay salitre si miro hacia ese tiempo
y también en la brisa que me llega,
un salitre que llega a los pulmones
con retazos de olas y de arenas.
Yo sé bien que hay que huir de la nostalgia
y también de lejanas primaveras,
y volver a aspirar en este día
el nordeste que abraza y que penetra.
Más no puedo escapar a mi destino
y a la voz que me llama de mi tierra,
esa Villa que tiene una Folía
y una Virgen que espera en La Barquera.
Y es allí donde voy con mis recuerdos,
a rincones preciosos con sus cuestas,
que te llevan a un mundo imaginario
donde vives de nuevo en la Edad Media.
No te engaño, al contarte todo esto,
y te invito a que subas a la iglesia,
y que veas allí, desde su patio,
las montañas y cumbres que te observan.
Porque el tiempo, tal vez se ha detenido,
en la Villa, pejina y marinera,
para hacer que escritores y pintores
beban libres la copa con su néctar.
Y tal vez cuando estén enfebrecidos
por el vino, el tabaco y las leyendas,
captarán el mensaje de las algas
y también de resacas y sirenas.
Porque un mundo sutil y diferente
está ahí, enraizado en sus callejas,
en los muelles ancianos que dormitan
y en robustas murallas con sus piedras.
Un castillo se alza equidistante
y domina las rías paralelas,
un fortín y bodega, al mismo tiempo,
con sus naves y muros centinelas.
Yo me dejo llevar por las pasiones
y los ojos entorno con tristeza,
para ir a ese mundo de los niños
a soñar con mi Villa y sus callejas.
"...Veo limpias las luces a lo lejos
y sé bien, que en silencio parpadean,
invitando a que vaya a San Vicente
y que luego visite La Barquera..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/01/13
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