VA PASANDO LA TARDE DE ENERO...
Va pasando la tarde de enero
y se apagan las luces remotas,
los cristales se empañan de frío
y se envuelven y abrigan las rosas.
Es difícil sentir alegría
cuando el frío te abraza y te agota,
y quisieras un caldo caliente
con un trozo de pan en tu boca.
Más se pasan los días sin pena
y te veo contando las horas,
ya no sabes siquiera tu nombre,
soñador de regiones remotas.
Porque fuiste elegido con muchos
como pobre y mendigo sin ropa,
y te cubres con prendas usadas
mendigando migajas que sobran.
Va pasando la tarde, de nuevo,
y se marchan también las palomas,
ellas buscan aleros y nidos
intentando dormir en su alfombra.
Más el hombre con ojos tan tristes,
el mendigo de barba frondosa,
sólo intenta escapar de los fríos
aunque sea entre muros y rocas.
Sólo quiere que pase la noche,
que amanezca de nuevo la aurora,
que regrese la sangre a sus venas
y que vuelva a soñar su persona.
Porque el niño que lleva en el alma,
a él le grita y le dice que corra,
que alimente de nuevo sus sueños
a pesar de las olas traidoras.
Va pasando la tarde de enero
y se encienden sin más las farolas,
una vida de noche comienza
y otra acaba en la tarde su pompa.
Más el pobre que estaba en la esquina,
el mendigo de cara borrosa,
no distingue entre días y noches
ni comidas, almuerzos ni sobras.
El precisa lo que es de justicia,
ese pan que se come y se toma,
ese caldo y puré tan caliente
y la mano de luz generosa.
Porque el niño que lleva en el pecho
es igual al del rico con joyas,
y los dos han llegado desnudos,
inocentes, buscando su alforja.
"...Va pasando la tarde, de nuevo,
y ya siento en el alma zozobra,
al saber que los hombres discuten
y los niños no comen y lloran..."
Rafael Sánchez Ortega ©
22/01/13
y se apagan las luces remotas,
los cristales se empañan de frío
y se envuelven y abrigan las rosas.
Es difícil sentir alegría
cuando el frío te abraza y te agota,
y quisieras un caldo caliente
con un trozo de pan en tu boca.
Más se pasan los días sin pena
y te veo contando las horas,
ya no sabes siquiera tu nombre,
soñador de regiones remotas.
Porque fuiste elegido con muchos
como pobre y mendigo sin ropa,
y te cubres con prendas usadas
mendigando migajas que sobran.
Va pasando la tarde, de nuevo,
y se marchan también las palomas,
ellas buscan aleros y nidos
intentando dormir en su alfombra.
Más el hombre con ojos tan tristes,
el mendigo de barba frondosa,
sólo intenta escapar de los fríos
aunque sea entre muros y rocas.
Sólo quiere que pase la noche,
que amanezca de nuevo la aurora,
que regrese la sangre a sus venas
y que vuelva a soñar su persona.
Porque el niño que lleva en el alma,
a él le grita y le dice que corra,
que alimente de nuevo sus sueños
a pesar de las olas traidoras.
Va pasando la tarde de enero
y se encienden sin más las farolas,
una vida de noche comienza
y otra acaba en la tarde su pompa.
Más el pobre que estaba en la esquina,
el mendigo de cara borrosa,
no distingue entre días y noches
ni comidas, almuerzos ni sobras.
El precisa lo que es de justicia,
ese pan que se come y se toma,
ese caldo y puré tan caliente
y la mano de luz generosa.
Porque el niño que lleva en el pecho
es igual al del rico con joyas,
y los dos han llegado desnudos,
inocentes, buscando su alforja.
"...Va pasando la tarde, de nuevo,
y ya siento en el alma zozobra,
al saber que los hombres discuten
y los niños no comen y lloran..."
Rafael Sánchez Ortega ©
22/01/13
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