ENTRE NUBES Y LLOVIZNAS...
Entre nubes y lloviznas
va pasando la jornada,
dan saludos las personas
y las doce en la campana.
¡Llueve y llueve, siempre llueve!,
desde el campo hasta la playa,
y se mojan las aceras
y se empañan las ventanas.
Un florido carricoche
pisa fuerte en la calzada,
son gitanos, que mojados,
buscan techo y una casa.
Hace tiempo, en los recuerdos,
se veían las estampas,
de estas gentes tan morenas
frecuentando sus pasadas.
Ahora el siglo ha progresado
y en los coches van y pasan,
nadie pide documentos,
ni seguros que les valgan.
Entre nubes y lloviznas
hoy el sol no se levanta,
ni los dulces ancianitos
bajarán hasta la plaza.
Hoy es día de cocina,
de fogón y de fabada,
de cocido de garbanzos
y chorizos a la brasa.
Ya los labios se relamen
y la boca se hace agua,
al saber que en la cocina
en lo dicho se trabaja.
Y se funden los pitillos,
de colillas apuradas,
en los dedos temblorosos
que sin miedo las apagan.
Es la hora de la mesa,
la labor de la cuchara,
y entre platos y descansos
da lugar la breve charla.
Entre nubes y lloviznas
es la tarde la que aguarda,
la que llega en el silencio
y se mezcla con las charcas.
Se iluminan los faroles
de callejas encantadas,
y mil sombras las dividen
y se mezclan con la nada.
Hay un halo de misterio
de ilusión y hasta de magia,
en la eterna algarabía
que estremece las entrañas.
Tras la cena se retiran
nuestros niños a la cama,
a enlazarse con los sueños
de leyendas y de hadas.
Y también nuestros mayores
marcharán, en la morada,
a buscar entre su lecho
el calor que les faltaba.
"...Entre nubes y lloviznas
otro día nos rebasa,
los ancianos ya se duermen
y los niños quieren nanas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/01/13
va pasando la jornada,
dan saludos las personas
y las doce en la campana.
¡Llueve y llueve, siempre llueve!,
desde el campo hasta la playa,
y se mojan las aceras
y se empañan las ventanas.
Un florido carricoche
pisa fuerte en la calzada,
son gitanos, que mojados,
buscan techo y una casa.
Hace tiempo, en los recuerdos,
se veían las estampas,
de estas gentes tan morenas
frecuentando sus pasadas.
Ahora el siglo ha progresado
y en los coches van y pasan,
nadie pide documentos,
ni seguros que les valgan.
Entre nubes y lloviznas
hoy el sol no se levanta,
ni los dulces ancianitos
bajarán hasta la plaza.
Hoy es día de cocina,
de fogón y de fabada,
de cocido de garbanzos
y chorizos a la brasa.
Ya los labios se relamen
y la boca se hace agua,
al saber que en la cocina
en lo dicho se trabaja.
Y se funden los pitillos,
de colillas apuradas,
en los dedos temblorosos
que sin miedo las apagan.
Es la hora de la mesa,
la labor de la cuchara,
y entre platos y descansos
da lugar la breve charla.
Entre nubes y lloviznas
es la tarde la que aguarda,
la que llega en el silencio
y se mezcla con las charcas.
Se iluminan los faroles
de callejas encantadas,
y mil sombras las dividen
y se mezclan con la nada.
Hay un halo de misterio
de ilusión y hasta de magia,
en la eterna algarabía
que estremece las entrañas.
Tras la cena se retiran
nuestros niños a la cama,
a enlazarse con los sueños
de leyendas y de hadas.
Y también nuestros mayores
marcharán, en la morada,
a buscar entre su lecho
el calor que les faltaba.
"...Entre nubes y lloviznas
otro día nos rebasa,
los ancianos ya se duermen
y los niños quieren nanas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/01/13
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