ES FÁCIL QUE SE APAGUEN LAS PASIONES...
Es fácil que se agoten las pasiones
por causa de la edad y de los años,
y puede que se calmen las mareas
y sequen por un tiempo los pantanos.
Ya pasan los otoños sin remedio
y vienen los inviernos embozados,
ocultos con la nieve y los temblores
que dañan a los robles y castaños.
Más creo que la sangre irreverente
no sabe de tensiones y desmayos,
ni sabe de invernar en las cabañas
por culpa de elementos y letargos.
Precisa marejadas y nordestes,
latidos y galopes pronunciados
en medio de llanuras y colinas
forjadas duramente sobre el barro.
Es fácil que se agoten las pasiones,
nos dicen estudiosos y los sabios,
y aducen ese tiempo que transcurre
y deja tantos fuegos apagados.
Y es cierto que nos fallan los reflejos,
que tiemblan las pupilas y las manos,
al paso, juvenil y sugerente,
de hermosas primaveras que han brotado.
Más creo que equivocan su diagnóstico
siguiendo esa razón y no los cambios,
¡la eterna juventud está en la vida!
y en ella la pasión va de su mano.
Y vive en la mirada silenciosa
igual que entre los pliegues de los labios,
y vive en corazones juveniles
igual que en los maduros y ya ancianos.
Es fácil que se apaguen las pasiones,
nos dicen los cipreses y los álamos,
más siento que lo dicen bien por miedo
y temen al amante enamorado.
Aquel que no se arredra ante la nada,
camina, sin pensar, y va descalzo,
en medio de la playa y de la noche
buscando el corazón del nuevo faro.
Y sube a la atalaya con su antorcha
y enciende la fogata en ese acto,
las llamas palidecen las estrellas
y quedan sorprendidos los milanos.
Se forja una pasión incandescente,
es fuego en un volcán que va aumentando,
se funden sentimientos y recuerdos
mezclando los añiles y los blancos.
"...Es fácil que se apaguen las pasiones
y cesen las caricias con abrazos,
más siempre quedará dentro, ¡muy dentro!
el fuego y el amor, de quien ha amado..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/01/13
por causa de la edad y de los años,
y puede que se calmen las mareas
y sequen por un tiempo los pantanos.
Ya pasan los otoños sin remedio
y vienen los inviernos embozados,
ocultos con la nieve y los temblores
que dañan a los robles y castaños.
Más creo que la sangre irreverente
no sabe de tensiones y desmayos,
ni sabe de invernar en las cabañas
por culpa de elementos y letargos.
Precisa marejadas y nordestes,
latidos y galopes pronunciados
en medio de llanuras y colinas
forjadas duramente sobre el barro.
Es fácil que se agoten las pasiones,
nos dicen estudiosos y los sabios,
y aducen ese tiempo que transcurre
y deja tantos fuegos apagados.
Y es cierto que nos fallan los reflejos,
que tiemblan las pupilas y las manos,
al paso, juvenil y sugerente,
de hermosas primaveras que han brotado.
Más creo que equivocan su diagnóstico
siguiendo esa razón y no los cambios,
¡la eterna juventud está en la vida!
y en ella la pasión va de su mano.
Y vive en la mirada silenciosa
igual que entre los pliegues de los labios,
y vive en corazones juveniles
igual que en los maduros y ya ancianos.
Es fácil que se apaguen las pasiones,
nos dicen los cipreses y los álamos,
más siento que lo dicen bien por miedo
y temen al amante enamorado.
Aquel que no se arredra ante la nada,
camina, sin pensar, y va descalzo,
en medio de la playa y de la noche
buscando el corazón del nuevo faro.
Y sube a la atalaya con su antorcha
y enciende la fogata en ese acto,
las llamas palidecen las estrellas
y quedan sorprendidos los milanos.
Se forja una pasión incandescente,
es fuego en un volcán que va aumentando,
se funden sentimientos y recuerdos
mezclando los añiles y los blancos.
"...Es fácil que se apaguen las pasiones
y cesen las caricias con abrazos,
más siempre quedará dentro, ¡muy dentro!
el fuego y el amor, de quien ha amado..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/01/13
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