DAME SEÑOR LAS SOBRAS DE TUS MANOS...
Dame Señor las sobras de tus manos
para aliviar la sed de mis sentidos,
quizás encontraré lo que me falta
y soñaré otra vez, igual que un niño.
Quiero dormir profundo cada noche
con la conciencia libre de los ríos,
así discurriré por los meandros
hasta llegar al valle de los libros.
Quiero reír al sol de la alborada
sabiendo que mi risa va conmigo,
dejando esa alegría inconfundible
unida con el canto de los grillos.
Quiero escuchar cantar al urogallo
oculto entre los bosques infinitos,
quiero sentir el dulce tableteo
que dejan sus mensajes tan precisos.
Dame Señor aquello que no tengo
para vivir el sueño de los ricos,
quizás encontraré que en la pobreza
se encuentran los regalos más sencillos.
Porque querer así me da vergüenza
y más cuando está roto mi vestido,
manchado por el barro y por el polvo
sin excusas de tiempos y caminos.
Ya sé que lo que pido no es posible,
porque sentir amor es algo lindo,
es algo que se goza sin palabras
e inunda el corazón con sus latidos.
Pero mi voz se alza y no te grita
aunque pide, vibrando como un lirio,
y exige que la escuches simplemente
y luego la respondan tus suspiros.
Perdóname Señor porque he pecado
al intentar querer como he querido,
sabiendo que las rosas son hermosas
y causan mil heridas sus espinos.
Perdóname también por ser sincero,
y por leer las líneas sin sentido,
del mundo enamorado de los hombres
y en el cuaderno gris de sus escritos.
Perdona a mis pupilas soñadoras
buscando la inocencia de los cirios,
los rezos y plegarias en la iglesia,
unidos a los campos amarillos.
Perdóname, al final, por tantas cosas,
que inútil ya sería resumirlo,
yo quise ser un niño simplemente
y sé que he equivocado mi destino.
"...Dame Señor las sobras de tus manos,
te pido nuevamente y te repito,
quizás encontraré que me perdonas
para vivir el sueño que he perdido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
27/04/13
para aliviar la sed de mis sentidos,
quizás encontraré lo que me falta
y soñaré otra vez, igual que un niño.
Quiero dormir profundo cada noche
con la conciencia libre de los ríos,
así discurriré por los meandros
hasta llegar al valle de los libros.
Quiero reír al sol de la alborada
sabiendo que mi risa va conmigo,
dejando esa alegría inconfundible
unida con el canto de los grillos.
Quiero escuchar cantar al urogallo
oculto entre los bosques infinitos,
quiero sentir el dulce tableteo
que dejan sus mensajes tan precisos.
Dame Señor aquello que no tengo
para vivir el sueño de los ricos,
quizás encontraré que en la pobreza
se encuentran los regalos más sencillos.
Porque querer así me da vergüenza
y más cuando está roto mi vestido,
manchado por el barro y por el polvo
sin excusas de tiempos y caminos.
Ya sé que lo que pido no es posible,
porque sentir amor es algo lindo,
es algo que se goza sin palabras
e inunda el corazón con sus latidos.
Pero mi voz se alza y no te grita
aunque pide, vibrando como un lirio,
y exige que la escuches simplemente
y luego la respondan tus suspiros.
Perdóname Señor porque he pecado
al intentar querer como he querido,
sabiendo que las rosas son hermosas
y causan mil heridas sus espinos.
Perdóname también por ser sincero,
y por leer las líneas sin sentido,
del mundo enamorado de los hombres
y en el cuaderno gris de sus escritos.
Perdona a mis pupilas soñadoras
buscando la inocencia de los cirios,
los rezos y plegarias en la iglesia,
unidos a los campos amarillos.
Perdóname, al final, por tantas cosas,
que inútil ya sería resumirlo,
yo quise ser un niño simplemente
y sé que he equivocado mi destino.
"...Dame Señor las sobras de tus manos,
te pido nuevamente y te repito,
quizás encontraré que me perdonas
para vivir el sueño que he perdido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
27/04/13
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