DAME UN INSTANTE TAN SOLO...
Dame un instante tan solo
para perderme en tus sueños,
y acariciar tus pupilas,
con la emoción de mis besos.
Debo seguir la silueta
de la saeta en el cielo,
que cruza estrellas y nubes
para perderse muy lejos.
He de seguir a la brisa
junto al nordeste violento
y navegar por los mares
hasta llegar a un buen puerto.
Más si la mar está en calma
quiero la fuerza del viento,
para que impulse la nave
del corazón que te entrego.
Dame un instante tan solo
para escribirte unos versos,
y demostrar en sus letras
este cariño que siento.
Debo perderme en la vida,
como se pierden los ciegos,
con un bastón vacilante
y tanteando el terreno.
He de llegar a la plaza
y contemplar los saleos,
donde los niños son niños,
mientras renuevan sus juegos.
Más si me ofreces la nada
yo la rechazo y no quiero,
porque esa nada no es tuya
ni la pasión ni el deseo.
Dame un instante tan solo
para nadar entre el cieno,
por la garganta profunda
que me conduzca al averno.
Debo sentir el susurro
de ese ciprés junto al huerto,
el que me ofrece la sombra
con su figura en el hielo.
He de llegar al Olimpo
donde los dioses eternos,
a demostrar mi valía
mientras reclamo mi premio.
Más si la flauta no suena
y desentona el arpegio,
quiero que todo se nuble
y que me cubran de negro.
"...Dame un instante tan solo
para soñar sin desvelo,
y acariciar con mis manos
desde tu cuello a tu seno..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/04/13
para perderme en tus sueños,
y acariciar tus pupilas,
con la emoción de mis besos.
Debo seguir la silueta
de la saeta en el cielo,
que cruza estrellas y nubes
para perderse muy lejos.
He de seguir a la brisa
junto al nordeste violento
y navegar por los mares
hasta llegar a un buen puerto.
Más si la mar está en calma
quiero la fuerza del viento,
para que impulse la nave
del corazón que te entrego.
Dame un instante tan solo
para escribirte unos versos,
y demostrar en sus letras
este cariño que siento.
Debo perderme en la vida,
como se pierden los ciegos,
con un bastón vacilante
y tanteando el terreno.
He de llegar a la plaza
y contemplar los saleos,
donde los niños son niños,
mientras renuevan sus juegos.
Más si me ofreces la nada
yo la rechazo y no quiero,
porque esa nada no es tuya
ni la pasión ni el deseo.
Dame un instante tan solo
para nadar entre el cieno,
por la garganta profunda
que me conduzca al averno.
Debo sentir el susurro
de ese ciprés junto al huerto,
el que me ofrece la sombra
con su figura en el hielo.
He de llegar al Olimpo
donde los dioses eternos,
a demostrar mi valía
mientras reclamo mi premio.
Más si la flauta no suena
y desentona el arpegio,
quiero que todo se nuble
y que me cubran de negro.
"...Dame un instante tan solo
para soñar sin desvelo,
y acariciar con mis manos
desde tu cuello a tu seno..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/04/13
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