NO VI VENIR EL PELIGRO...



No vi venir el peligro
de tus besos en mi cara,
ni tampoco vi la espina
de la rosa que me dabas.

Y por eso, con mi mano,
yo tomé la rosa blanca,
que se tiño con la sangre
de la espina envenenada.

Una fiebre repentina
me llegó sin esperarla,
y mis labios muy sedientos
en la noche deliraban.

Reclamaban la figura
tan ardiente y deseada,
con las gotas de los besos
que ofreciera tu fontana.

Reclamaban el delirio
que nacía en las entrañas,
y la fiebre con su fuego
consumida entre las llamas.

Un volcán con una rosa
y unos pétalos de lava,
unos labios y una espina
cercenando mi garganta.

Yo quería tus abrazos,
tu pasión alborozada,
y la voz de tus pupilas
que me hablaran sin palabras.

Pero sólo fue el silencio
receptor de mi llamada,
y ni el llanto ni la fiebre
consiguieron mitigarla.

Comprendí que mi destino
era lejos de tu casa,
era lejos de tu cuerpo
y también de tu ventana.

Y marché con mis heridas
de tu vida y de tu alma,
con tu voz y los recuerdos
en mis sueños sin mañana.

"...No vi venir el peligro
en la rosa enamorada,
ni en el beso de tus labios
susurrando que me amabas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
14/04/13

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