DE AQUELLAS TARDES AZULES...
De aquellas tardes azules
aún conservo la inocencia,
las pupilas infantiles
y la voz de las mareas.
Hay campanas de cristales
adornadas con sirenas,
y en el cielo, cual paraguas,
hacen guardia las estrellas.
En la fuente, que recuerdo,
brinca el agua que gotea,
escuchándose el murmullo
tan constante que nos deja.
Una garza, sorprendida,
con gaviotas se pasea,
rebuscando con su pico
la sustancia de la tierra.
De aquellas tardes azules
no me olvido y me da pena,
que pasaran tan deprisa,
y sin darme apenas cuenta.
Hay un eco que responde
cuando vuelvo sobre ellas,
y me dice que adelante,
que están vivas y no muertas.
En el pecho las cigarras
tejen versos y poemas,
y en el alma los gorriones
se enamoran de princesas.
Una voz me está llamando
con un grito de protesta,
es el frío y es la nieve
del invierno que no espera.
De aquellas tardes azules
hay ventanas entreabiertas,
con cristales invisibles
y cortinas en las cejas.
Hay un tren sin fogoneros,
sin vagones ni maletas,
pero hay vías y raíles
sinuosas por las sendas.
En el mar, sin horizontes,
no hay lugar a las fronteras,
y las algas y el salitre
son aroma que embelesa.
Un clavel estremecido
rompe el labio que lo apresa,
y se posa en otros labios
con un beso que se aleja.
"...De aquellas tardes azules
aún recuerdo las tormentas,
y los juegos de los bolos
en las nubes, tan traviesas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/04/13
aún conservo la inocencia,
las pupilas infantiles
y la voz de las mareas.
Hay campanas de cristales
adornadas con sirenas,
y en el cielo, cual paraguas,
hacen guardia las estrellas.
En la fuente, que recuerdo,
brinca el agua que gotea,
escuchándose el murmullo
tan constante que nos deja.
Una garza, sorprendida,
con gaviotas se pasea,
rebuscando con su pico
la sustancia de la tierra.
De aquellas tardes azules
no me olvido y me da pena,
que pasaran tan deprisa,
y sin darme apenas cuenta.
Hay un eco que responde
cuando vuelvo sobre ellas,
y me dice que adelante,
que están vivas y no muertas.
En el pecho las cigarras
tejen versos y poemas,
y en el alma los gorriones
se enamoran de princesas.
Una voz me está llamando
con un grito de protesta,
es el frío y es la nieve
del invierno que no espera.
De aquellas tardes azules
hay ventanas entreabiertas,
con cristales invisibles
y cortinas en las cejas.
Hay un tren sin fogoneros,
sin vagones ni maletas,
pero hay vías y raíles
sinuosas por las sendas.
En el mar, sin horizontes,
no hay lugar a las fronteras,
y las algas y el salitre
son aroma que embelesa.
Un clavel estremecido
rompe el labio que lo apresa,
y se posa en otros labios
con un beso que se aleja.
"...De aquellas tardes azules
aún recuerdo las tormentas,
y los juegos de los bolos
en las nubes, tan traviesas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/04/13
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