ERAN LIBROS Y PAPELES...
Eran libros y papeles,
con farolas y tranvías,
que surgían de los dedos
de un poeta de la vida.
Y entre ellos las cigarras
musitaban letanías,
y las rosas más audaces
nos herían las pupilas.
Una luna se escapaba
a buscar las margaritas,
en la noche tan oscura
sin estrellas ni bombillas.
A lo lejos las campanas
se mecían con la brisa,
resonando dulcemente
en la hora convenida.
Eran libros y papeles
en profunda algarabía,
que yacían apilados
en las mesas y las sillas.
Y en las páginas sagradas
unas letras manuscritas,
daban signos muy nerviosos
a la tinta algo corrida.
Una ola, en la resaca,
por la playa se desliza,
y dejaba por la arena
su melena muy tranquila.
A lo lejos canta el gallo
en la venta de la esquina,
y se ven las nubes rojas
que despiertan y se estiran.
Eran libros y papeles
en perfecta sintonía,
con un halo de misterio
en sus páginas dormidas.
Y lo extraño del suceso
era el cuadro que ofrecían,
una imagen sacrosanta
del desorden y desidia.
Una lágrima sincera
se coló por la cuartilla,
y mezclándose en la sangre
dio a las letras su sonrisa.
A lo lejos las sirenas
susurraban poesías,
y las hadas y los elfos
derrochaban fantasía.
"...Eran libros y papeles
de una mano estremecida,
con los ojos temblorosos
de aquel alma que fue mía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
22/04/13
con farolas y tranvías,
que surgían de los dedos
de un poeta de la vida.
Y entre ellos las cigarras
musitaban letanías,
y las rosas más audaces
nos herían las pupilas.
Una luna se escapaba
a buscar las margaritas,
en la noche tan oscura
sin estrellas ni bombillas.
A lo lejos las campanas
se mecían con la brisa,
resonando dulcemente
en la hora convenida.
Eran libros y papeles
en profunda algarabía,
que yacían apilados
en las mesas y las sillas.
Y en las páginas sagradas
unas letras manuscritas,
daban signos muy nerviosos
a la tinta algo corrida.
Una ola, en la resaca,
por la playa se desliza,
y dejaba por la arena
su melena muy tranquila.
A lo lejos canta el gallo
en la venta de la esquina,
y se ven las nubes rojas
que despiertan y se estiran.
Eran libros y papeles
en perfecta sintonía,
con un halo de misterio
en sus páginas dormidas.
Y lo extraño del suceso
era el cuadro que ofrecían,
una imagen sacrosanta
del desorden y desidia.
Una lágrima sincera
se coló por la cuartilla,
y mezclándose en la sangre
dio a las letras su sonrisa.
A lo lejos las sirenas
susurraban poesías,
y las hadas y los elfos
derrochaban fantasía.
"...Eran libros y papeles
de una mano estremecida,
con los ojos temblorosos
de aquel alma que fue mía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
22/04/13
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