ERA UN LIBRO MUY ANTIGUO...
Era un libro muy antiguo
y una rosa en él posada,
una llama de una vela
a su lado parpadeaba.
Destacaba entre las sombras
con la letra firma y clara,
conteniendo mil misterios
de leyendas malogradas.
Yo tenía muchos libros
esperando los tomara,
y mirara entre sus hojas
el mensaje que llevaban.
Una larga biblioteca,
con estantes y con baldas,
mantenía verticales
a los libros en la estancia.
Y los lomos tan dorados
ofrecían, con palabras,
a los títulos sonoros
de las obras consagradas.
Eran libros de poemas,
de novelas y con dramas,
y hasta libros de aventuras
que en la lista se apuntaban.
Una biblia silenciosa
despejaba su nostalgia,
rescatando del olvido
una infancia no lejana.
Un Quijote envejecido,
con molinos de la Mancha,
destacaba dulcemente
por lo hermoso de sus guardas.
Yo sentía el gusanillo
de mis dedos que buscaban,
en los lomos de los libros
el candor de la resaca.
Y buscaban el salitre
en sus letras y sus páginas,
y la brisa del nordeste
con sirenas en la playa.
Más sabía que los sueños
en la arena se quedaban,
con las letras y leyendas
de otras plumas avezadas.
Y al final del recorrido
un suspiro se escapaba,
de unos dedos polvorientos
que luchaban por su infancia.
"...Era un libro muy antiguo
y una rosa que besaba
a las páginas cautivas
encerradas en el alma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/04/13
y una rosa en él posada,
una llama de una vela
a su lado parpadeaba.
Destacaba entre las sombras
con la letra firma y clara,
conteniendo mil misterios
de leyendas malogradas.
Yo tenía muchos libros
esperando los tomara,
y mirara entre sus hojas
el mensaje que llevaban.
Una larga biblioteca,
con estantes y con baldas,
mantenía verticales
a los libros en la estancia.
Y los lomos tan dorados
ofrecían, con palabras,
a los títulos sonoros
de las obras consagradas.
Eran libros de poemas,
de novelas y con dramas,
y hasta libros de aventuras
que en la lista se apuntaban.
Una biblia silenciosa
despejaba su nostalgia,
rescatando del olvido
una infancia no lejana.
Un Quijote envejecido,
con molinos de la Mancha,
destacaba dulcemente
por lo hermoso de sus guardas.
Yo sentía el gusanillo
de mis dedos que buscaban,
en los lomos de los libros
el candor de la resaca.
Y buscaban el salitre
en sus letras y sus páginas,
y la brisa del nordeste
con sirenas en la playa.
Más sabía que los sueños
en la arena se quedaban,
con las letras y leyendas
de otras plumas avezadas.
Y al final del recorrido
un suspiro se escapaba,
de unos dedos polvorientos
que luchaban por su infancia.
"...Era un libro muy antiguo
y una rosa que besaba
a las páginas cautivas
encerradas en el alma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/04/13
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