NUEVA PRIMAVERA.



Se pasan los inviernos
y vuelven a encenderse las farolas
de la plaza.
Hay pájaros antiguos esperando
el latir impetuoso que ha llegado.
Quizás las mismas caras y plumajes
hoy se asoman en medio del silencio
de la tarde.
Los niños hoy no juegan porque es fiesta
y los mayores han huído de los parques.

Me quedo ensimismado recordando
tu figura seductora.
Te hablo en un monólogo sin frases.
Te miro en el espejo transparente
que me lleva a otros sitios y lugares.
Escucho subyugado tu palabra
en esa voz tan cristalina que conozco.

Entonces yo te arranco de la vida
y te tomo entre mis brazos.
Te pido y te suplico que me beses
¡y te beso!
Acaricio con mis manos tus cabellos
y tu cara,
y te miro largamente,
penetrando mi mirada en tu pupila
y rescatando de la misma,
esa lágrima furtiva que escapaba
de tu pecho.
Hay un verso en ese pétalo sagrado,
Una frase y dos palabras simplemente.
Ocho letras y un "te quiero"
que me llega y que me llena
como un dardo que se clava en los sentidos.

...Y entonces te desnudo lentamente
y te cubro de caricias y suspiros.

Afuera hacen guardia las farolas
en la tarde que ya acaba.
Y aquí, en esta nueva primavera,
una rosa se desgrana entre dos cuerpos
que se cubren con sus pétalos.

Rafael Sánchez Ortega ©
01/04/13

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