NE ASUSTA...
Me asusta y me desgarra las entrañas
el llevar sufrimiento a tus pupilas,
a través de los versos y poemas
sin que veas en ellos mis caricias.
Yo quisiera que fueran transparentes
como un beso dejado por la brisa,
y que fueran la muestra de cariño
que rozara tu cara y tu mejilla.
Yo sé bien de tus miedos y flaquezas
y la angustia que tienes retenida,
como sé del silencio de tu alma
y la niebla que cubre tu sonrisa.
Y me aterra seguirte en esta lucha
y cubrir con mis rosas tus heridas,
porque quiero sentirte en mi costado
rebosante de gracia y alegría.
No sé bien que palabra ya decirte
por cumplir con el rito de la vida,
y que sea la misma el sutil bálsamo
con que alivies la sed que te atosiga.
Pero quiero romper estas cadenas,
y ese miedo que aflora de puntillas,
y acudir con mi mano hacia tu mano,
a entregar el candor que tú precisas.
Porque debo entregarte muchas cosas,
de manera gentil y muy sencilla,
ya que tienes mi nombre entre tus labios
y pronuncias el mismo cada día.
Tienes miedo, lo sé, de tu futuro,
aunque el miedo que nace no se evita,
pues precisa el remedio muy constante
del amor generoso y de la dicha.
Y aquí estoy, a tu lado, como siempre,
con mis versos de añil y poesías,
ofreciendo mis rimas asonantes
a tus ojos que esperan recibirlas.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/12/13
el llevar sufrimiento a tus pupilas,
a través de los versos y poemas
sin que veas en ellos mis caricias.
Yo quisiera que fueran transparentes
como un beso dejado por la brisa,
y que fueran la muestra de cariño
que rozara tu cara y tu mejilla.
Yo sé bien de tus miedos y flaquezas
y la angustia que tienes retenida,
como sé del silencio de tu alma
y la niebla que cubre tu sonrisa.
Y me aterra seguirte en esta lucha
y cubrir con mis rosas tus heridas,
porque quiero sentirte en mi costado
rebosante de gracia y alegría.
No sé bien que palabra ya decirte
por cumplir con el rito de la vida,
y que sea la misma el sutil bálsamo
con que alivies la sed que te atosiga.
Pero quiero romper estas cadenas,
y ese miedo que aflora de puntillas,
y acudir con mi mano hacia tu mano,
a entregar el candor que tú precisas.
Porque debo entregarte muchas cosas,
de manera gentil y muy sencilla,
ya que tienes mi nombre entre tus labios
y pronuncias el mismo cada día.
Tienes miedo, lo sé, de tu futuro,
aunque el miedo que nace no se evita,
pues precisa el remedio muy constante
del amor generoso y de la dicha.
Y aquí estoy, a tu lado, como siempre,
con mis versos de añil y poesías,
ofreciendo mis rimas asonantes
a tus ojos que esperan recibirlas.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/12/13
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