PORQUE EL AMOR...
Porque el amor en sí son más que letras
y palabras reunidas.
Incluso más que un verso que palpita
en un poema, donde dicen que nos aman.
Porque hay un corazón que va en nosotros,
que suspira y que susurra
y hasta grita sin palabras
esa frase inolvidable con un nombre
y un "te quiero".
Pero hay un algo más llamado alma.
Un espacio indivisible que aglutina los sentidos
y que aúna sentimientos,
y es ahí, precisamente,
donde surge el escenario con la magia de la vida,
con la eterna fantasía de los niños,
con el vuelo de las nubes,
con las letras que se escapan de los ojos
y es allí, precisamente,
donde guardo tu recuerdo con mis besos..."
Por eso insisto en que el amor, en sí,
es algo más que un verso y un poema,
y que un conjunto de palabras bien formado,
y que no es el envoltorio sugerente
donde brilla la dulzura y el halago.
Porque el amor lleva consigo todo un mundo
de sorpresas que renacen día a día,
que renueva sus ventanas con el beso de la brisa
y camina con la fuerza de los pasos
y la sangre que generan los latidos.
Es la esencia insuperable del deseo,
la bebida que adormece con premura,
la caricia insuperable del nordeste,
el placer de ver la rosa estremecerse
entre los muslos de la tarde que agoniza,
la ilusión con que se esperan la llegada
de las sombras y la noche con su manto sugerente.
Pero a pesar de todo esto, el amor es más,
y mucho más que se me olvida.
Es la figura que aparece en el cuaderno
de los niños y les saca una sonrisa,
es el perfume sugerente que despiden
unos cuerpos juveniles,
es la marea, en la resaca, cuando llega
temblorosa hasta la playa.
Es el encanto, irreverente, de las almas
cuando vuelven y se entregan a las manos
tan amadas.
Y es el amor, en sí, el que nos dice
que adelante,
que la vida continúa y que no espera.
Que vivamos sus segundos y minutos
con premura,
desbordando la impaciencia que nos ata
y nos embarga, como niños,
con preguntas sin respuesta.
Porque el amor, en sí, no atiende
las razones de la mente,
ni repara en la cordura de los necios,
y se basa, simplemente, en la locura enfebrecida
de las almas que suspiran y susurran
por un nombre que palpita en el costado,
por la imagen y la cara con un cuerpo definido,
por la voz que temblorosa le ha dejado mil poemas,
por la mano, que inocente, le ha brindado
su cariño y su ternura.
Y ese amor, es el amor, sin expresión
y sin palabras, que le ha alcanzado,
con su encanto y con su magia
el corazón, eternamente.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/12/13
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