ERA UN VIEJO MARINO Y SU TRAINERA...

Era un viejo marino y su trainera,
capitán de una lancha y tripulante;
él buscaba a la ola marinera,
que llevara la rosa y el diamante.

Una Salve rezaba en la Barquera,
a la Virgen tan bella y elegante,
por el alma que estaba prisionera,
del amor deseado y acuciante.

Más el tiempo pasaba y el marino,
oteaba nervioso la distancia,
con su pipa en la boca irreverente.

Recordaba aquel néctar, con el vino,
el salitre y el yodo de su infancia,
con el beso del mar tan sugerente.

Rafael Sánchez Ortega ©
17/11/10

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