HE VENIDO...

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He venido a enseñarte las estrellas,
y en silencio, mostrarte los luceros,
los cometas que lloran en la noche,
y las sombras danzantes tras su velo.

He venido de mares muy lejanos
con corales y espumas caribeños,
y también de las casas blanqueadas
y las calles estrechas de los puertos.

He venido a dejarte sin palabras,
a cubrir a tus labios con mis besos,
a sentir el latido en tu costado
y a vibrar con el roce de tu pelo.

He venido del campo y las ciudades,
solitario y de polvo recubierto,
a buscar ese néctar de las flores
y el clavel con la menta y el romero.

He venido a entregarte mis poemas
y con ellos algunos de mis versos,
los que hablan de amor y fantasía,
los que piden los niños en sus sueños.

He venido a tu lado tembloroso
a decirte mis labios que te quiero,
a rozar con mis dedos tu figura
y a sentir ese abrazo que deseo.

He venido, y estoy en tu presencia,
y no lucho, pues soy tu prisionero,
porque te amo y te digo niña mía
que el amor abre puertas en los cielos.

He venido y me duermo entre tus brazos,
en el fondo sagrado de tu seno,
y allí quedo cubierto de caricias
con tus sueños mezclados con mis sueños.

Rafael Sánchez Ortega ©
30/06/11

ENTRE LA NIEBLA...

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Ahora podría hablarte de mi
y de mis cosas.
Hablarte de mi infancia,
de mis juegos,
de aquello que tuve y también de aquello
que soñaba,
pero estoy seguro de que mi vida
no es distinta a otras muchas
y quizás tampoco de la tuya.


Es cierto que carecí de muchas cosas,
de detalles importantes y de otros
que no lo eran tanto, vistos desde ahora,
aunque entonces me parecían vitales,
pero eso es algo que a todo el mundo
le ha ocurrido.


Quizás la diferencia seas sustancial y única,
esa que nos distingue de los demás,
pero no tan profunda como a veces pensamos.
Por ejemplo puedo decir que yo siempre
he estado buscando algo y a alguien,
aunque ese algo que buscaba fuera inalcanzable
y algo abstracto,
hasta el punto de que yo mismo ni sabía
qué buscaba.
A veces era una persona,
otras una meta de llegada
y en otras convertirme en el héroe
que trataba de ser en aquellos años infantiles.


Crecí con estrecheces y carencias,
pero crecí y pasé de la infancia a la juventud
y fui libre.
Volé con mis sueños tratando de surcar los cielos
y me encontré de bruces con la cruda realidad.
El amor y el dolor estaban muy unidos
y casi siempre aparecían juntos
como el anverso y el reverso de una misma moneda.
Así que amé y lloré,
como amamos lloramos todos,
aunque yo lo comencé a hacer en mis versos,
en esas letras que fueron formando mi secreto diario
y que guardé celosamente.


Aquí si que creo que fui distinto,
al menos por lo que escuchaba a mis compañeros
y amigos,
y también por lo que leía entonces.
Yo amé a ese algo y a ese alguien que buscaba,
y también lloré por su causa.
No me entregué a una causa perdida en aquellos años,
aunque un sentido romántico de la vida
me llevara a desarrollar un sentimiento
sin decir una palabra,
sin intercambiar una mirada
y sin buscar unos labios.


Recuerdo la primera mano que tocó mi mano
y recuerdo aquel momento tan sagrado.
Sin embargo aquella mano y aquel cuerpo
no fue el destinatario de mis labios
en su primer beso,
porque así estaba escrito en mi destino.


Un día conocí a una chica y comenzamos
a intercambiar nuestras vivencias.
Yo tenía quien me escuchara
y ella se sentía protegida a mi lado.
Salimos muchas veces,
paseamos,
contemplamos los atardeceres
y fuimos capaces de ver pasar a las gaviotas
camino de la costa
mientras el sol se ocultaba en el horizonte.


Recuerdo un baile,
una música suave,
un vals.
Recuerdo su cuerpo entre mis brazos,
su cara apoyada en mi pecho
y aquellos pasos velados en la noche,
bajo la sombra vigilante del Seminario.
La música sonaba y nuestros cuerpos, abandonados,
giraban sin pausa,
ajenos al baile y a todo lo que sucedía alrededor.
De pronto paró la música y no nos separamos.
Yo acaricié su rostro risueño
y las pupilas silentes me hablaron.
Levanté su cara y busqué sus labios.
Y allí nos besamos,
en el silencio de la plaza,
hasta donde llegaba la música del baile
tan cercano.


Al día siguiente salió el sol
y comenzó un nuevo capítulo en nuestras vidas.
Nos amamos, ¡sí!, de eso estoy seguro
y amé como nunca había amado antes.


...Por eso decía al principio
que podría hablarte de mi,
y hablarte largo y tendido de mi infancia
y de mi vida,
porque mi vida,
como la tuya y la de los que nos leen,
es una larga novela con miles de capítulos
por escribir,
aunque este capítulo, que te acabo de contar,
fuera compartido y no mío en exclusiva,
porque tú estabas en él,
aunque ya no lo recuerdes.


Rafael Sánchez Ortega ©
29/09/11

QUE LAS HADAS...

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Que las Hadas te atrapen en sus brazos
de nieve,
y te lleven y acunen en un mundo de sueños,
donde juegan los niños.


Que la luna se vista de gitana traviesa
y se ponga sus tules
y nos traiga claveles y rosas
con que que adornan las olas.


Que se fundan los hielos en un largo
susurro,
y su largo vestido se extienda en
los ríos oscuros.


Que las fuentes prosigan y nos den
sus canciones,
y ese canto del agua se convierta
en murmullo, que no apague la brisa.


Que los cielos sonrían y se duerman
las nubes, en un sueño profundo,
donde no haya relojes.


Que los barcos naveguen por los mares
sin nombre,
hacia el puerto y la casa con la puerta
entreabierta donde espera tu cuarto.


Que tu voz no se calle y se rompa
el silencio,
que las lágrimas caigan y rieguen
la tierra.


Que repiquen campanas llamando a la misa
y la mano del niño que toca
acaricie tu cara y tu pelo,
aunque tú no la sientas.


Que la risa que nace, en tu linda mirada,
no se apague y se marche,
no me deje y se vaya a otros mundos
sin nombre.


"...Que las Hadas te lleven mis versos,
y con ellos mis letras;
que te cuenten mis cosas,
mis secretos profundos, mis sueños,
y te hablen y digan de aquello
que amo,
que pienso, que siento..."


Rafael Sánchez Ortega ©
29/06/11

VIVIMOS EN UN MUNDO QUE SE MUERE...

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Vivimos en un mundo que se muere
por culpa de unas letras que se apagan,
las sombras del vacío no nos dejan
y ahondan los rincones de las almas.

El mundo está carente de valores
y vive el día a día y la resaca,
de un tiempo ya pasado y no lejano
de un mundo con luceros y esperanzas.

Entonces escribían los poetas
poemas con mensajes a su amada,
en ellos trasladaban emociones
y versos rebosantes de palabras.

Recuerdo aquel momento en mi pupila
y añoro tantos sueños y jornadas,
vividos en los días juveniles
y en otros más cercanos en distancia.

Pero se muere el mundo en que vivimos,
se apagan las cenizas y las brasas,
los sueños y promesas de los hombres
ardieron en el fuego, entre las llamas.

Me cuesta comprender que esto suceda
y pienso en maleficios y en manadas,
con lobos solitarios vigilantes
en busca del manjar y la carnaza.

Y pienso en los esfuerzos realizados
por hombres, que en la tierra trabajaran,
buscando las migajas de la gleba
y el fruto que llevaba en sus entrañas.

Por eso, aunque este mundo se nos muere,
yo creo en el esfuerzo y la cuajada
mostrada por los hombres y mujeres
que amaron en los pueblos y las plazas.

Y amaron en un tiempo de penurias
en medio de tristezas y batallas
de fuertes marejadas y galernas
y luchas intestinas de las almas.

Más creo en los poetas que nos quedan,
-eternos Don Quijotes en su Mancha-
de un mundo ya caduco y extinguido
que queda diluido en las miradas.

"...Vivimos en un mundo que se muere
por culpa del amor que ahora nos falta,
las sombras de pasión enfebrecida
ahogan sentimientos que se apagan..."

Yo quiero describir con valentía
el mundo desgarrado que se marcha,
y quiero retenerlo con mis versos
soñando como antaño, yo soñaba...

Rafael Sánchez Ortega ©
28/06/11

DÍA DE MARCHA...

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El día era veraniego y caluroso,
diría que muy caluroso y sofocante.
El aire brillaba por su ausencia
y el calor se acumulaba
a medida que avanzaba la mañana.


Yo tenía que avanzar por el camino,
subir las cuestas que llevaban a la ermita,
sortear los escobales y los brezos,
luchar contra sus ramas inclementes y buscar,
cuando podía,
la sombra generosa que ofrecían los arbustos.


En un momento dado me dije que no podía más,
que era inútil proseguir,
que nada se me había perdido en esta marcha
y que lo mejor era recuperarme y retroceder
por donde había venido y así lo hice.
Me senté al borde del camino, en una cuneta,
al abrigo de una sombra,
y tras refrescar mi cabeza con el agua
de un arroyo
allí estuve un largo rato
mientras los compañeros proseguían su marcha
y les veía alejarse en aquella larga
e interminable cuesta
que recibía los rayos del sol
en el suplicio de la mañana.


Al cabo de un rato me encontré mejor
y miré varias veces hacia arriba,
para ver las figuras de los compañeros
que cada vez se alejaban más de donde yo estaba.
Al final una voz resonó en mi interior,
una voz que me decía que por qué me iba a quedar
y tirar la toalla tan pronto,
que podía intentar subir un poco más,
por lo menos hasta el cruce,
allí había sombra y podía nuevamente descansar.


Sin meditarlo bien me incorporé
y tomando la mochila reanudé el camino polvoriento
y recibí los rayos inclementes de los cielos.
Mi paso ahora era más lento,
trataba de no cansar mis piernas
ni tampoco forzar mis pulmones
ya que el aire que respiraba era tan caliente
que ahogaba los pulmones.


Me paré varias veces en la subida
buscando la sombra de los árboles y arbustos,
me paré también para refrescar mi cabeza
y mojar el sombrero y el pañuelo con que me cubría,
me paré para buscar ese soplo de aire fresco
que no había,
me paré para buscarte a ti,
en la inmensidad de aquel cielo azul
que se extendía ante mi vista.


...Y tras luchar intensamente contra todo
y contra las condiciones del día,
y también tras luchar contra mi desgana
para seguir avanzando,
llegué a la última collada,
la que daba vista y referencia
a la Ermita de la Luz.
Como pude llegué hasta ella
y en uno de sus laterales busqué la fresca sombra
y me tumbé en la yerba,
cerré los ojos y te abracé en mis sueños...


Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/11

ANTES DE LLEGAR A CONOCERTE, YO ERA FELIZ...

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Antes de llegar a "Ciudad Recuerdo"
y antes de conocerte
yo era feliz.
Feliz en la extensión completa
de la frase,
pues nada me faltaba.


Tenía juventud y estaba sano,
un mundo por delante me esperaba
con jornadas de proyectos y de sueños,
incluso aquellas tardes soñolientas y
especiales mirando atardecer desde la barra.


Pero te encontré a ti y te cruzaste en mi camino,
tu encuentro y tu presencia hizo latir
mi sangre más deprisa.
Aquella felicidad que yo gozaba,
quería más ahora.
Ya no se contentaba con paseos y con sueños,
ni tampoco con poemas estivales,
escritos a la puerta de la iglesia.


Mi sangre precisaba de tu sangre,
mi pecho de tu pecho,
mis labios de tus labios
y mis besos deseaban a los tuyos
en un robo descarado de pasión
y de lujuria.


...Pero sí, si era feliz y fui feliz
también, después,
tras conocerte.


Cuando el ardor de nuestra sangre bajó
un poco,
cuando nuestros suspiros serenaron los
latidos,
cuando nuestras manos, temblorosas, ya sintieron,
como suyas esas líneas de los cuerpos,
entonces comencé y comenzamos otra etapa
bien distinta.


Nos amamos, ¡sí!, con más ardor si cabe,
saboreando los minutos y segundos que teníamos,
los instantes en que juntos apurábamos el café,
todas las tardes, en el bar de las murallas;
en los paseos imprevistos y sin rumbo,
admirando las montañas en la tarde,
y contemplando aquel adiós, en el ocaso,
del astro rey,
que se marchaba de puntillas.


Yo leía en tus pupilas tu destino
y sabía de esa carga tan preciada
que llevabas,
ese encanto tan sublime que ocultabas
y dejabas entrever, poquito a poco,
con detalles muy precisos.


Aún recuerdo que fumabas y era un vicio
que tenías.
Una tarde yo te dije que cambiaba y te
cambiaba un cigarro por un beso,
¡y aceptaste!


¡Aquel beso fue sublime y lo recuerdo!,
no queríamos romper ese momento
y apuramos tanto y tanto los deseos de los labios,
que al final, y con las fuerzas ya gastadas,
precisamos respirar forzosamente,
y nos reímos.


Fue un instante, que no olvido, y
por ello ahora digo nuevamente
que antes de llegar a "Ciudad Recuerdo"
y antes de conocerte,
yo era feliz, pues todo lo tenía,
pero tras encontrarte lo fui más,
ya que a partir de entonces aprendí contigo
y junto a ti, a amar y a sonreir la vida,
aunque fuera por un beso
ó tras una taza de café en tu compañía.


Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/11

ACEPTÉ JUGAR CONTIGO AQUELLA TARDE...

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Acepté jugar contigo aquella tarde
y por eso nos citamos en tu casa.
Un tablero y unas piezas separaban
nuestros cuerpos...


Unas fichas con peones de trabajo
que movían paso a paso y con desgana
nuestros dedos,
con caballos, por debajo, que saltaban
y bricaban en cabriolas muy perfectas,
a su lado, cada uno con sus torres
avanzando en línea recta;
dos alfiles acompañan el despliegue
de esta fuerza con su ataque en diagonal,
más el centro de las fichas tiene un nombre
y es el Rey, el alma viva del tablero
y del juego de ajedrez;
el corazón que lo alimenta y lo defiende
es la dama,
ella evita los ataques del contrario
con precisas maniobras y también
el alma y corazón del atacante.


Más nosotros no sabíamos de tácticas
ni enroques,
ni sabíamos de jaques e intercambios
de las pìezas;
queríamos simplemente jugar una partida,
compartir unos minutos,
disfrutar de aquel momento saboreando
la soledad,
la compañía,
el silencio,
los suspiros,
las miradas veladas
y el corazón acelerado
que pedía una respuesta.


Un movimiento preciso,
por el centro de tu ataque,
me comió un peón bloqueando mi apertura.
Sorprendido forcé un jaque con mi alfil
para que desistieras en tu ataque y
protegieras a tu Rey.


Suspiraste y suspiré y de pronto nos miramos.
Sonreímos como niños,
y se hablaron nuestros ojos.
Un tablero nos unía,
unas piezas simulando una batalla,
pero tú no la querías en el fondo
y yo tampoco.


Lo importante era estar juntos,
compartir esos minutos tan sagrados,
respirar el fiel perfume de tu cuerpo,
y sentir esa caricia de tus labios
que en mis sueños he besado tantas veces.


¿Quién ganó aquella partida?...


No lo sé,
ya no recuerdo, más no importa,
sólo guardo aquel momento frente a frente,
la dulzura de tus ojos,
la ternura de tu cuerpo que me hablaba
en sus latidos,
y los sueños de mi alma enamorada.


Era un joven todavía, como tú,
y te amaba locamente y sentía tu cariño cada día,
cada hora, en cada instante...


"...Acepté jugar contigo aquella tarde
aunque sabía que eras tú,
quien ganaría la partida de mi alma
y de mis sueños..."


Rafael Sánchez Ortega ©
25/06/11

PENSABA...

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...Pensaba en "Ciudad Recuerdo".
Pensaba en una sonrisa,
pensaba en unos sueños...
Pensaba simplemente.


Porque pensar no es malo
y menos pensar en los recuerdos.
Pensar en una tarde allí, en medio de Castilla,
en una ciudad cualquiera,
(tampoco importa el nombre).


Pensar en un fin de semana largo
con muchas horas por delante.
Y pensar que allí estábamos nosotros,
frente a frente,
con un largo paseo por delante,
con el río a nuestra izquierda,
con los árboles y sombra
amortiguando los calores del verano.


Pensar que hablamos de mil cosas diferentes.
Pensar que te saqué varias fotos y también tú,
no pudiste resistir tu impulso,
e inmortalizaste mi subida al árbol
y mis piruetas sobre el tronco tendido
sobre el agua.


Pensar que fuimos felices,
y que ¡éramos felices!...


Pensar que seguimos paseando
por aquel largo paseo,
entre casas y urbanizaciones
para llegar a un amplio parque,
recién estrenado, donde hicimos un alto.


Pensar que allí nos miramos tiernamente
y casi brotaron las lágrimas de nuestros ojos,
porque en el fondo, ambos sabíamos,
que aquella tarde era la última,
que eran las últimas horas que pasábamos juntos
y que "mañana",
el mañana sería incierto
y posiblemente no volvería a ser igual,
ya que marcaría un punto de partida
y no retorno.


Pienso que tuvimos que forzar la sonrisa y
contener el paso.
Pienso y veo como nos abrazamos
mientras nuestras manos se unían con fuerza
como queriendo quedar allí, prisioneras
y enlazadas en un nudo interminable.


Pero había que seguir,
debíamos terminar nuestro paseo,
había que acabar aquella tarde maravillosa
que tenía esa esencia amarga,
oculta tras los pliegues tan dorados del verano.


La ciudad nos acogió con sus luces.
Entramos en sus calles y las recorrimos.
Nos mezclamos con las gentes y buscamos un bar
para tomar un refresco.
Allí nuestras manos se acariciaron
entre la indiferencia de los parroquianos
que miraban un partido de fútbol en la televisión.


Pero nosotros, ausentes,
buscamos ese rincón del alma
donde apagar los últimos suspiros,
donde dejar allí las brasas y rescoldos
de un amor profundo y verdadero
que mañana, el tiempo iba a separar inexorablemente
llevando a cada uno a su realidad
y dejando atrás la hermosa "Ciudad Recuerdo"
de los sueños,
que nunca olvidaríamos.


...Por eso ahora pensaba en ti,
pensaba en tu sonrisa,
pensaba en aquel sueño inacabado...
Pensaba simplemente.


Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/11

MIRADA TRISTE Y PERDIDA...

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Mirada triste y perdida
que caminas sin cesar,
por los cielos, por la tierra,
por la eterna inmensidad.

Mirada de ojos castaños,
pradería sin igual
de sencillas margaritas
que amanecen con la paz.

Mirada y fuente de lluvia,
nunca dejes de llorar,
no contengas los suspiros
de tu pecho sin igual.

Mirada del marinero
nunca dejes de bogar,
por las olas, por los mares
a pescar entre su sal.

Mirada del campesino
sigue dando tu bondad,
a la tierra que trabajas
y que al fin te acogerá.

Mirada de enamorado,
de poeta y de juglar,
busca y mira entre las nubes
ese beso y su señal.

Mirada de peregrino
sin principio y sin final,
que caminas a tu meta
en completa soledad.

Mirada que en cara dulce
ahora ocultas tu cantar
haz que los dioses se duerman
con tu voz y tu verdad.

Mirada que vi de joven
entre el salitre y sedal,
ven de nuevo y no te vayas,
acompáñame a bailar.

Mirada cautivadora
nunca pierdas ese aval,
ni la chispa de tus ojos
que me quiso enamorar.

"...Mirada triste y perdida,
haz que sonría tu faz,
porque te busco y persigo
para tus labios besar..."

Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/11

LLUVIA PARA TI, CIUDAD RECUERDO...

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Lluvia fina y muy constante, la del norte,
que llega en un abrazo interminable
hasta nosotros.


Lluvia que viene con la niebla y con la bruma,
impulsada por la brisa y el nordeste,
con recuerdos y saudades de momentos ya vividos.


Lluvia que se ansía y se desea
por las almas intranquilas de los hombres.


Lluvia interminable y juguetona que recorre
con lujuria el paraíso de las caras y los cuerpos
que susurran y suspiran.


Lluvia para ti, Ciudad Recuerdo, con el yodo
y el salitre de estos mares,
con la arena de sus playas,
con los besos de las olas,
con el roce sigiloso de las algas y sirenas...


Lluvia apetecible por los labios temblorosos
que suplican esas gotas y ese beso
en la sed de su agonía.


Lluvia recibida y aclamada por la tierra,
en un principio,
aunque luego se diluya por los campos y los montes
para ir hacia los ríos y los mares.


Lluvia de terrazas y de gentes,
de tertulias de mayores
y de niños persiguiendo sus barquitos
por el parque.


Lluvia de terrazas y jardines
que viene hasta los bosques de las hadas
donde crecen nuestros robles,
las encinas y las hayas.


Lluvia de la eterna fantasía que rodea
a los poetas y los dice que adelante,
que la vida continúa y no importan
esas gotas recibidas,
ni tampoco el caminar con el miedo
en las entrañas.


Lluvia para que duermas en tu lecho de cristal,
en un profundo sueño,
escuchando ese sonido dulce y silencioso
que emiten las estrellas en su llanto.


...Lluvia de poetas que nacieron en mi tierra
y que viven en los cielos
y nos mandan con la lluvia tantos versos centenarios,
para que los bebas y te embriagues con su néctar.


...Lluvia para ti, Ciudad Recuerdo...


Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/11

VINE A ROBAR DE TUS LABIOS...

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Vine a robar de tus labios
unas gotas de alegría,
y me llevé una sorpresa
al recibir tu sonrisa.

Tenías el pelo suelto
y una mancha en la mejilla,
producida por un beso
del nordeste y de la brisa.

Dos luceros en el cielo
daban luz en la vigilia,
al poeta que en la noche
escribía en su cuartilla.

Dos luceros en tus ojos
son el faro que me guía,
cual linternas de la noche
que me acunan y vigilan.

Por eso tomé tus manos
y las uní con las mías,
para tenerte a mi lado
y sentirte más cerquita.

Unas lágrimas de lluvia
resbalaron intranquilas
y bajaron a tu carta
por tus labios y barbilla.

Eran gotas simplemente,
como perlas diamantinas,
que temblaron un poquito
con coqueta maestría.

Te ofrecí una flor del campo,
una dulce margarita,
colocándola en tu pelo
para ir de romería.

Y bailamos en la noche
entre brumas y neblinas,
deslizándonos despacio
como olas por la orilla.

Por eso te dijo tanto
mi mirada y poesía,
al sentir latir mi pecho
por la sangre enardecida.

Porque amaba locamente
tu silueta tan divina,
que añoraba entre mis sueños
y que en mis brazos tenía.

"...Vine a robar a tus labios
y me robaste la vida,
y con ella tantos sueños
al saber que te quería..."

Rafael Sánchez Ortega ©
22/06/11

HE VISTO COMO EL TIEMPO SE DETUVO...

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He visto como el tiempo se detuvo
y entonces el silencio fue constante,
pararon los relojes sus latidos
durmiéndose las olas de los mares.

Un cuadro inenarrable fue la nota
pintado por artista muy notable,
en él estaba todo contenido,
la música, las guerras y hasta el hambre.

La tierra estremecida levitaba
sumida en el sopor de aquella tarde,
ajena a las extrañas profecías
surgidas de sesudos caminantes.

En ellas se anunciaban terremotos,
galernas y tormentas anormales,
preludio de un inmenso apocalipsis
de fuego, destrucción y de catástrofes.

...Aun tiemblo al recordar aquella escena
y pienso en el común de los mortales,
y veo aquella escena detenida
sacando en estas letras los detalles.

El niño que jugaba por la plaza
cuidado por los ojos de su madre,
el lindo viejecito de ojos tristes
llamando a las palomas en el parque.

Las manos de dos jóvenes que pasan
unidas con un lazo de diamante,
el beso y el suspiro de sus labios
diciéndose palabras tan amables.

Y veo a una gaviota por el cielo
girando y descendiendo tras su baile,
llevada por la brisa y el nordeste
al puerto y la machina en que descanse.

Más veo más allá de las estrellas
al hombre que quería ser amante,
de un sueño y utopía entre las nubes,
locura de su alma, irrealizable.

Y entonces comprendí que esa locura
detuvo las agujas y compases,
también los corazones y susurros
de un mundo enfebrecido con su sangre.

El tiempo se ha parado en un momento
y yo me he detenido tan campante,
estaba contemplando un lindo cuadro
producto de un artista inigualable.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/11

SE CRECEN LOS SOLDADOS CON LA GUERRA...

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Se crecen los soldados con la guerra
y ansían el fragor de los combates,
no saben que las guerras y batallas
producen muchas lágrimas y sangre.

Hay seres en los frentes, con trincheras,
que aguantan entre el barro y con el hambre,
combates de diversos proyectiles
y balas traicioneras y leales.

Más quiero que me hables de otra guerra,
¡Oh tierra y camposanto de mi padre!,
la guerra del amor y del cariño
que sufren y padecen los amantes.

Es fácil que no existan las palabras
que puedan describir estas maldades,
se lucha con el alma entre las manos,
llorando y sonriendo cada tarde.

Se lucha por el día, en el recuerdo,
se lucha en cada noche interminable,
se lucha cuando el alba se despierta
tratando de borrar fechas infames.

Más somos prisioneros del pasado
en cárcel sin cadenas y sin llaves,
no debo renegar de mi conducta
y menos por un tiempo irrenunciable.

Yo soy el combatiente de una guerra,
y el único soldado de la clase,
el niño que miraba las estrellas,
y el hombre persiguiendo las vestales.

Estaba en otra guerra sin trincheras,
sin armas, sin fusiles ni bagajes,
tan solo con el alma entristecida
por culpa del amor de los mortales.

Estaba contemplando fijamente
los ojos ya cansados de su madre,
y entonces evocaba otra mirada,
perdida en su recuerdo que lo amase.

Tenía que ganar esa batalla,
seguir en su camino y en su viaje,
tenía que olvidar aquel susurro
que hablaba del amor en cada frase.

Ya sé que tu silencio es elocuente,
¡oh tierra que me aguardas con tu traje!,
te ríes del amor de quien te escribe,
te ríes del poeta y del amante.

Más tengo que decirte que esta guerra
es otra muy distinta y que no sabes,
podrás encarcelarme en tu silencio,
más nunca encarcelar a quien yo ame.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/11

...Y LA LUZ LLEGÓ A TUS OJOS...

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...Y la luz llegó a tus ojos,
a pesar de tanto miedo,
y seguiste caminando
junto al mar,
por la ribera.


Porque en la luz había vida,
en la vida poesía,
en los poemas suspiros
y el encanto
de sus letras.


Comprendiste así, de pronto,
ese mundo de los ciegos
que se mueven,temblorosos,
en las sombras y en la vida,
de sus brumas y la niebla.


Comprendiste que el Amor
no se apaga con el tiempo,
los rescoldos siempre duran,
en el pecho y en el alma,
y latente está la hoguera.


Y esa luz que hirió tus ojos
te inundó de fantasías,
de recuerdos olvidados
que inundaron tus pupilas
y la sangre de tus venas.


Más la luz pasó muy pronto
y quedaste con tus sueños,
envolviéndote en la vida
que llegaba hasta tu puerta.


Rafael Sánchez Ortega ©
19/06/11

MI VENTANA SE HA ABIERTO DE REPENTE...

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Mi ventana se ha abierto de repente
y ha llegado la vida de la calle,
esa vida que late y que palpita
y que grita en su esencia lo que sabe.

Es por eso que he visto muchas cosas,
unas buenas y otras desagradables,
al final he agachado la cabeza
y he buscado la meta en otra parte.

He escuchado la voz de la conciencia
y el pensar de unos jóvenes amables,
contrastando sus puntos y opiniones
y observando distancias abismales.

Es posible que el tiempo y la distancia
nos alejen del mundo y del debate,
y también que veamos poesía
donde no hay más que penas y maldades.

También puede que yo esté equivocado,
y que sienta la ausencia de ideales,
sin pensar que avanzamos en el tiempo
y atrás quedan recuerdos imborrables.

Pero debo mirar este presente
y también el futuro y sus contrastes,
como miro la lluvia cuando llega
y la veo caer tras los cristales.

Esta vida es mi vida y yo la acepto,
aunque existan escenas que no aguante,
aunque el mundo camine a la locura
y el Amor ya no esté en ninguna parte.

Porque Dios me ha dejado en esta tierra
en los brazos de dudas y saudades,
deshojando la eterna margarita
para dar la respuesta que me calme.

Es mi alma quien hace la pregunta,
la que busca el Amor, aunque se canse,
la que lleva la eterna mariposa
del jardín de los lirios y rosales.

Al final sé que el tiempo está parado
y el timón detenido de mi nave,
esperando la mano temblorosa
y el nordeste y la brisa de los mares.

Yo contemplo la vida que desfila
y la entiendo a pesar de los pesares,
más persigo, de siempre, entre mis versos
una dulce utopía inalcanzable.

El Amor es la meta de mis sueños,
el amor de los niños y los grandes,
el amor con que sueñan los poetas
y en sus letras transforma en inmortales.

Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/11

QUIERO SENTIR TUS MANOS EN MI PELO...

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Quiero sentir tus manos en mi pelo
y con ellas saciarme de caricias,
quiero beber el vino de tus labios
y robarte la flor de tu sonrisa.

Quiero nacer de nuevo con el alba
y volver a la vida cada día,
quiero escuchar el eco de tus labios
y guardar tus palabras tan queridas.

Yo quiero estremecerme nuevamente
al sentir el abrazo de la brisa
y soñar que esos brazos son los tuyos
los que inundan mi cuerpo de semillas.

Yo quiero amarte, amor, así de simple,
y quiero la esperanza renacida,
que llegue hasta mi alma y la secuestre
llevándola al jardín de las delicias.

Yo quiero ser el hombre enamorado,
el niñó que jugaba y que reía,
el joven que buscaba por las tardes
al sol que traspasaba las colinas.

Y quiero ser el alma del anciano
que en el parque sonríe mas aprisa,
por las hojas doradas del otoño
que iluminan su rostro y su vigilia.

Pero quiero ser yo y no ser otro
aunque el alma proteste y se resista,
¡quiero buscarte amor, quiero sentirte!
para darte sin más toda mi vida.

Rafael Sánchez Ortega ©
17/06/11

EROS

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En medio de la fiebre y el delirio
sintió la calentura renacida
y el fuego del volcán en la entrepierna
llegando de manera muy distinta.

La lava del volcán era constante,
surgía de la tierra que no grita,
el hambre que tenía la entrepierna
buscaba la lujuria más arriba.

Hay seres que se enfangan en el barro
y hay otros que se ensucian la barbilla,
los unos por la lluvia y el trabajo,
los otros confundiendo margaritas.

No es malo que los hombres se confundan,
si acaso que se cambien la camisa
y cubran los sudores tan culpables,
de fiestas, bacanales y de orgías.

Me viene a la memoria una figura
marchando a Salamanca en una cita,
llevaba en su cabeza cascabeles
sonando en una eterna algarabía.

Llegaba a la estación toda nerviosa,
buscaba en el andén y nadie había,
miraba en las paradas de los taxis
tratando de encontrar la cara amiga.

Más todo transcurrió de otra manera
y un auto con las luces encendidas,
detuvo su camino dulcemente
y entonces se encontró con quien quería.

Sobraron las palabras y las frases,
tan solo las miradas encendidas,
surgieron los abrazos y los besos
en medio de la noche salmantina.

Narrar aquel momento no es sencillo
pues todo transcurrió con mucha prisa,
marcharon en el coche hasta la estancia
de un camping con su bella cabañita.

Y allí se desataron las pasiones,
brotando las cenizas renacidas,
que hizo que los cuerpos se buscaran
y ansiaran el llegar a la colina.

Los dedos desataron los botones,
cayeron cremalleras ya vencidas,
los senos se escaparon de la blusa
gimiendo como hermosas margaritas.

De nuevo sucedió lo que tu piensas,
lector y espectador de pacotilla,
que el hombre y la mujer allí se amaron,
y fueron más felices todavía.

Si buscas la emoción del erotismo
yo creo que la misma está en la vida,
está en la sensación y está en el alma,
está en cada persona que lo grita.

Se puede disfrutar del erotismo
haciendo lo que haces cada día,
mirando a las estrellas en la noche
y oyendo a la marea en su venida.

Oliendo los perfumes y fragancias
que emiten azaleas con la brisa,
sorbiendo el paladeo de un refresco
y el tacto de la nieve blanquecina.

Pues a eso se reduce el erotismo
a ser la descripción que nos invita,
a ser ese torrente desbocado
que llega hasta las alma intranquilas.

No sólo en la pasión está el misterio,
tampoco en la lujuria que te excita,
se puede describir el erotismo
de formas muy sutiles y distintas.

Si quieres erotismo y porno duro
recurre sin dudar a la lascivia,
seguro que allí encuentras lo que quieres,
burdeles y hasta tiendas de películas.

Pero insisto, en que si eres exigente,
si buscas erotismo de primicia,
entonces ya no busques la lujuria
y mira simplemente más arriba.

El cielo está parado de hace tiempo
y espera para darte sus caricias,
en él encontrarás eso que buscas,
y puede que el Amor venga a tu cita.

...No olvides Salamanca para nada,
ni olvides la figura tan querida,
pero eso quedará como un recuerdo,
grabado con su estampa en tu retina...

Rafael Sánchez Ortega ©
15/06/11