CORRE CABALLO...

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Corre caballo, no temas,
que acabarás la jornada,
tumbadito en un pesebre
y comiéndote la alfalfa.

Serás rocín de novela,
la montura de una dama,
el modelo irreverente
del pincel con que te plasman.

Pero también, tu figura,
será fina y alargada,
se perderá en la leyenda
de los niños con su nana.

Aunque será tu galope
el preludio de la marcha,
sorteando las fronteras
y cruzando las montañas.

Corre caballo, ligero,
acortarás la distancia
de mis ojos a otros ojos
que me acerquen a tu casa.

Deja que escuche la música
de tu grupa y tus pisadas,
esos cascos invisibles
que despejan telarañas.

Por tus crines se desliza
una lluvia que resbala
y recojo con mis labios
y me alivia las entrañas.

En tus ojos me detengo
y les hago filigranas,
con mi lengua, y con mi boca
admirando así tu estampa.

De tu cola nada digo
pues parece una bufanda,
una prenda para el cuello
escapado de las hadas.

"...Corre caballo, ya llegas,
regresarás a mi infancia,
a ese mundo de los sueños
donde el amor nunca acaba..."

Rafael Sánchez Ortega ©
24/08/17

¡QUÉ TRISTE LA VISIÓN...!

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¡Qué triste la visión del dependiente
que basa su existencia en la pantalla!;
el móvil es la torre y la muralla
y el nido y el refugio del ausente.

No sé si las meninges de su frente
destilarán anís o buen cazalla,
después de contemplar esa batalla
del dedo con la vista intensamente.

Pensemos que la causa tiene un premio
y es fruto de la moda testaruda,
impuesta por el hombre y el bohemio.

Si acaso nos invade la cordura
hagamos la lectura del proemio
pensando que, al final, "es la cultura".

Rafael Sánchez Ortega ©
23/08/17

NO MERECE LA PENA...

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No merece la pena
mendigar por el fango,
la añorada limosna
de unos besos preciados.

Si buscamos sinceros
la caricia y el labio,
ese beso, a nosotros,
llegará sin dudarlo.

Como el tuyo que dejes
en la tarde de mayo,
en un sitio cualquiera,
o debajo de un árbol.

Y también en la esquina,
con la plaza y el banco,
mirarán a que lleguen
vuestros cuerpos atados.

No merece la pena,
te decías antaño,
suplicar la caricia
con un beso robado.

Pero fuiste paciente
y bebiste del vaso,
aquel néctar divino
que tomaron tus manos.

Fue un instante tan solo,
casi, casi, un milagro,
de abrazar a la brisa
y quedar atrapado.

Desde entonces, te dices,
que la vida es un acto,
un poema inconcluso
que se escribe a diario.

"...No merece la pena
el recuerdo salado,
cuando puedes vivir
un presente sin barro..."

Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/17

PARECE QUE LAS HORAS...

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Parece que las horas pasan lentas
en medio del calor y la agonía,
la tierra va perdiendo su alegría
y avanza el carrusel de las tormentas.

Las sombras del ciprés están atentas
y aportan su frescura en la elegía,
es fácil entender que, en este día,
las huellas del camino son sangrientas.

Ya llega el labrador a su morada 
sediento y soportando la tortura
del día y, compañero, con su azada.

Desprende de su frente la amargura
quedando entre la gleba aprisionada
la fiebre del amor y su locura.

Rafael Sánchez Ortega ©
21/08/17

HE SENTIDO A LA BRISA...

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He sentido a la brisa
con su beso en mi frente,
y también el salitre
de las olas muy verdes.

Es un día de agosto,
un domingo de siempre,
con los campos quemados
por el sol inclemente.

Pero aquí, en la ribera,
este sol se agradece,
ya que alivia la brisa
con el viento nordeste.

Es el viento marino,
el que curte las pieles,
y asegura el buen tiempo
como dicen las gentes.

Pero quema los campos
y las siembras se pierden,
paradoja sin nombre
según llega septiembre.

Si la brisa prosigue
y el nordeste es presente,
quedarán los ganados
sin comida en pesebres.

Y también las cosechas
perderán lo que tienen,
como así los frutales
se ahogarán por la fiebre.

En conjunto, la brisa,
nos ofrece placeres,
y si abunda tristezas
para el campo silente.

"...He sentido a la brisa
por mi cuerpo y mis sienes,
en un beso sagrado
reclamando mi suerte..."

Rafael Sánchez Ortega ©
20/08/17

NO QUIERO COMPARTIR...

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No quiero compartir con los cobardes
las muestras de su fuerza y valentía
y menos cuando hay sangre, y no utopía,
en calles y en paseos, sin alardes.

Presumen muchos necios por las tardes
dejando sus palabras y energía
cubiertas de estulticia y fantasía
mezclando confusión con sus embardes.

¡Qué triste es caminar en la incultura
del hombre y la nación que se condenan
a ser una piltrafa en la basura!

El odio y sinrazón los encadenan,
los llevan a la muerte y sepultura,
y viven, sin vivir, aunque envenenan.

Rafael Sánchez Ortega ©
19/08/17

¡QUÉ SUERTE TIENE LA LUNA...!

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Qué suerte tiene la luna
de enamorarse del sol,
y seguirle día y noche
demostrándole su amor.

Envidio esa suerte sana
y también el corazón
de la lunita preciosa
que del sol se enamoró.

Yo quisiera de la luna
un trocito de candor,
un reflejo de su alma
y hasta un beso con pasión.

Pero tendré los reflejos
de la luz de su farol,
que llegarán a mi pecho
con sus latidos y son.

Alguna vez, en la noche,
escucharé algún rumor,
de las aguas de los mares,
entonando una canción.

Será quizás la resaca,
la que suelte, sin rubor,
la melena de las olas
a la luna con pasión.

De todas formas, quisiera,
ser, en la luna, una flor,
y dormir en los suspiros
del tic-tac de su reloj.

El corazón envidiado
y enamorado del dios,
que de día y por la noche
nos ofrece su calor.

¡...Qué suerte tiene la luna
de aprovechar la ocasión,
enamorarse en su vida
de ese sol subyugador...!"

Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/17

YO NO SOY...

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Yo no soy el famoso de turno,
ni la estatua del parque que espera,
porque voy caminando a mi paso
rechazando el halago y zalema.

Es muy fácil quedarse prendido
de la frase que llega a la oreja,
y sentir que el aplauso y la fama
llega a ti como cierta respuesta.

Pero debes saber que la vida
tiene ciclos de amor y tristeza,
con algunos de premios y honores
y también con derrotas cruentas.

Es difícil llevar la medida
y vivir de una forma correcta,
pero siempre que busques tu norte
salvarás a la izquierda y derecha.

Yo no soy escritor de relatos
ni pretendo pasar por poeta,
ya que hay muchos y buenos maestros
en la lista ignorante, en la acera.

Una vez pronunciaron mi nombre
y soñé que se abría una puerta,
pero el sueño quedó en pesadilla
con la fiebre corriendo en mis venas.

Hoy suspiro y sonrío, sin miedo,
y no tengo ambiciones señeras,
porque busco a la luna en la noche
y a su lado montones de estrellas.

También siento a la vida que nace
en mi pecho latiendo con fuerza
y me dice que siga adelante,
que la exprima y me embriague con ella.

"...No pretendo suplir a ninguno,
ni tampoco llamarme poeta,
solo quiero robarle a la vida
lo que ofrece y transmite en su esencia..."

Rafael Sánchez Ortega ©
17/08/17

A UNA NIÑA LE ROBARON...

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A una niña le robaron
su precioso corazón,
y lloró la niña entonces
al sentir tanto dolor.

Era una flor olvidada
con pupilas de latón
y unos pétalos hermosos
que perdían su color.

Pero la niña lloraba
y conmovió aquel ladrón,
que regresó tras sus pasos
y el corazón entregó.

Volvió la niña a la vida
con su gracia y su candor
y la sonrisa en sus labios
nuevamente se mostró.

Miró la niña al extraño,
al ladrón, con compasión,
y acarició sus mejillas
para darle su perdón.

Se estremecieron los ojos
que percibieron el sol,
por los dedos de una niña
que les daba su visión.

Miradas de sus pupilas,
latidos como de flor,
para el ladrón apurado
que ante el llanto razonó.

Era una tarde de agosto,
en que cambió la razón,
de una niña sonriente
al ladrón por su reloj.

"...A una niña le robaron
el tesoro de su amor,
y el ladrón, ante su lloro
esos sueños devolvió..."

Rafael Sánchez Ortega ©
17/08/17

SI QUEVEDO...

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Si Quevedo levantara la cabeza
cuántos tacos y rebuznos nos diría,
ya que hay tontos que nos sueltan su certeza
aunque sea simplemente una utopía.

Porque existe el criminal que, con vileza,
se construye su leyenda día a día;
no le importa el arrojar a la maleza
a la historia y realidad que allí existía.

Pero el tonto y criminal, estos que digo,
son aquellos que se ponen de bandera
a su eterna hilaridad, como un abrigo.

Llevan años lamentando su quimera,
y sorprende que no vean en su ombligo
la respuesta que el poeta les dijera.

"Busca el tonto por el mundo a su enemigo
y no sabe que lo tiene en su escalera."

Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/17

EN UN MOMENTO...

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En un momento sentí tus pasos
que caminaban buscando al sol,
iban deprisa, y algo ligeros
marcando el paso con el talón.

Me hizo gracia ver tu figura,
tan reluciente y con esplendor,
que sin pensarlo lancé un silbido
como un piropo, bien con razón.

Cuando pasaste quedé pensando
y el pensamiento causó dolor
ya que no es bueno volver el tiempo
con los recuerdos al corazón.

Pero los hombres somos tan tontos
que repetimos de flor en flor,
y nos caemos y levantamos
y así seguimos como el reloj.

Pasan las horas, también los días
y hasta los años de dos en dos,
y en un momento ya se ha marchado
el tren que lleva nuestro vagón.

Y compungidos y un tanto lelos
quizás pensemos en el amor,
¡cuánta estulticia, cuántas legañas
y cuánto tiempo se nos marchó!

Atrás quedaron las mariposas,
las ilusiones con el candor,
también los versos y las diatribas
con que intentamos esta cuestión.

Amar entonces y amar ahora,
sentirnos dueños y sin temor,
de esos latidos y esas sonrisas
que tú mandaste a mi corazón.

"...En un momento creí que estabas
entre mis sueños, pero era yo;
ya que tu imagen quedaba lejos
y tu pañuelo decía adiós..."

Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/17

PARECE QUE LAS HORAS...

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Parece que las horas
avanzan lentamente,
y en ellas se entremezclan
palabras y papeles.

Las unas nos confunden
los otros estremecen
y todos son dictados
de alguna austera frente.

Se quedan olvidadas
las rosas y claveles,
también las margaritas
y el manto con la nieve.

Pero es que tanto tiempo
es corto en intereses,
y largo en recorrido
de vías y de trenes.

Parece que las horas
avanzan y no crecen,
si acaso los relojes
avisan lentamente.

Nos dejan sus latidos
constantes y crueles,
monótonos, si cabe,
que suenan como siempre.

Y entonces se despiertan
las almas de los seres,
cargadas de ilusiones
con fiestas y cohetes.

Comienzan los poemas
en dedos inocentes,
recorren corazones
y ciñen, bien, las sienes.

"...Parece que las horas
son fruto de la fiebre,
y parte del que añora
vivirla intensamente..."

Rafael Sánchez Ortega ©
14/08/17

PRONUNCIASTE MI NOMBRE...

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Pronunciaste mi nombre
con candor y dulzura,
y no pude evitarlo
me llevaste a la cuna.

A la infancia lejana
con tu voz y ternura,
y a las nanas aquellas
espantando a las brujas.

Tú me hablabas de hadas
que miraban la luna,
paseando en los bosques
entre nieblas y brumas.

Me contabas historias
de zagales sin blusas,
trabajando en la tierra
y sacando su fruta.

Pronunciaste mi nombre
con tu voz tan segura,
y sentí tus palabras
otra vez como nunca.

Me llevaste a la vida
por senderos y rutas,
me enfrentaste al destino
con paciencia y sin lucha.

Hoy recuerdo ese tiempo
que no hace preguntas,
y me envía tus labios
y la voz vagabunda.

Esa voz que me envuelve
y me trae tu figura,
y los besos aquellos
de una infancia sin culpa.

"...Pronunciaste mi nombre
al pasar por la curva,
te miré y me miraste
y perdí la cordura..."

Rafael Sánchez Ortega ©
13/08/17

¿QUÉ ES LA VIDA...

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¿Qué es la vida, 
salvo el premio y el castigo
para el alma atormentada
que desea la verdad?

¿Es acaso
la promesa de un destino,
primoroso entre las rosas,
que no deja de soñar?

¿O es por contra
la galerna y torbellino,
que nos toma por sorpresa
en la tierra y en el mar?

Pero dicen
los susurros y suspiros,
otras cosas diferentes
sin principio ni final.

Por ejemplo
que la vida es el inicio
de jardines y rosales
que tenemos que podar.

Y si acaso,
en el tiempo que vivimos,
capeamos los inviernos
y también la tempestad.

Nunca es fácil,
avanzar por estos ríos,
sorteando las corrientes
y esquivando el vendabal.

También dicen
los ancianos, de los niños,
que la vida está en la infancia
donde nunca acude el mal.

¿Qué es la vida
del que busca en su camino,
con el alma tan sedienta
la fontana para amar?

Rafael Sánchez Ortega ©
11/08/17

QUIERO DARTE UNA CARICIA...

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Quiero darte una caricia
que perdure y para siempre,
del latido de la vida
y su péndulo silente.

Seguro que la caricia
comenzará por tus sienes,
en los ojos hoy cansados
y los labios con sus mieles.

Descenderán por tus hombros
a los brazos que me ofreces,
para bajar a los dedos
y recoger lo que tienen.

En tu pecho, la caricia,
será un reloj que se mueve,
impulsando los segundos
y el latido tan solemne.

Ese péndulo sagrado,
ese candor tan ardiente,
será el reloj de la vida
que cada día amanece.

Y despierta en tus entrañas
con el color de la nieve,
se fusiona y alambica
en un sorbito de leche.

Bella estampa la que nace,
la que vive y la que crece,
en virtud de una caricia
que prosigue por tu vientre.

Atrás quedan las colinas
de los senos bereberes,
que marcaban la frontera 
del camino al suroeste.

Adelante está la gruta
con el néctar y placeres,
donde entonan los amantes
su reposo dulcemente.

"...Quiero darte una caricia
con el beso de mi fiebre,
y fundir, en tus latidos,
este péndulo latente..."

Rafael Sánchez Ortega ©
10/08/17

QUIERO SER...

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Quiero ser como un árbol
que se inclina ante el viento.,
candencioso y tranquilo,
susurrando muy quedo.

Quiero ser la trainera
que descansa en el puerto,
al abrigo de brisas
y pintada de negro.

Quiero ser esa taza,
del café que te llevo,
y hasta el lecho divino
donde duerme tu cuerpo.

Quiero ser la paloma
que recorre los cielos,
y te busque en la tarde
y te quite los miedos.

Quiero ser esa mano
que te dé lo que tengo,
que aprisione la tuya
y secuestre tus dedos.

Quiero ser una rosa
que se pose en tu pelo,
y ese pétalo, suave,
que ya ansía tu pecho.

Quiero ser la cortina
y el cristal del espejo,
para verte desnuda
y sentir tu deseo.

Quiero ser la guitarra,
el violín indiscreto,
y la música sacra
del jardín de los cuentos.

"...Quiero ser un poeta
que te escriba sus versos,
sin papel y cuartilla,
y te deje sus besos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
09/08/17

ESPERO...

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Espero...

Cerrar los ojos,
abrirlos cuando despiertes,
tenerte cerca, muy cerca
y luego calmar mi fiebre.

Espero...

Vencer los miedos,
y darte lo que mereces,
aquello que tanto ansías
y así, repetidamente.

Espero...

Saciar tu boca,
calmar la sed que tú tienes,
llevar la miel a tus labios
y el beso preciso y fuerte.

Espero...

Que vengas pronto,
en esta noche del viernes
ya que tiemblan mis entrañas,
como mis ojos por verte.

Espero...

Sentirte mía,
desnudarte lentamente,
y apaciguar las galernas
que doblegan los claveles.

Espero...

Seguir soñando,
incluyendo los placeres,
por minutos y segundos,
sin final y eternamente.

Espero...

Que tú me leas,
y que en mis ojos encuentres,
todo aquello que ahora buscas
y te deje más alegre.

Espero...

Por fin, tu risa,
la canción de los cipreses,
los suspiros de tu pecho
y la piel tan sugerente.

Espero...

Fundir dos almas
e intercambiar lo que tienen:
besos, amor con ternura,
y el corazón, si tú quieres.

Rafael Sánchez Ortega ©
08/08/17

INMENSA SOLEDAD LA DEL MENDIGO...

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Inmensa soledad la del mendigo
que busca en cada esquina su esperanza,
el rayo de la vida que le ofrezca
la luz en las tinieblas de su alma.

Él sabe de galernas y de vientos,
de puentes hoy cegados por el agua,
de lluvias y tormentas repentinas
y llantos congelados de sus lágrimas.

Quisiera detenerse en un instante,
sentir una caricia de la infancia,
más sabe que soñar es algo iluso
y debe continuar, al fin, la marcha.

La sombra solitaria del mendigo,
el hombre que precisa la palabra,
igual que la sonrisa y la caricia
que ahora se le niega y se le aparta.

Hay muchos pordioseros que caminan
llevando sus camisas destrozadas,
avanzan por la senda tortuosa
al puente que atraviesan con la Parca.

Y mientras, en su paso por la vida,
se quedan las promesas olvidadas,
aquellas que nacieron y llegaron
y fueron imposible de lograrlas.

Se dejan los recuerdos en el lodo,
también las utopías tan lejanas,
se deja y abandona la alegría
y crecen en los ojos telarañas.

No sé si romperán ese silencio
las olas al chocar con la resaca,
y entonces el mendigo se despierte
surgiendo de su ocaso un nuevo alba.

"...Inmensa soledad la del mendigo
buscando en tantos ojos su mirada,
sabiendo la respuesta en las pupilas
que un día se perdieron en la nada..."

Rafael Sánchez Ortega ©
07/08/17

DEBÍAMOS SACIAR...

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Debíamos saciar nuestros instintos,
buscando en los escombros los claveles,
mirar en el silencio de los campos
las graves consecuencias de la muerte.

La guerra que produce mil desgracias
desgarra corazones que perecen,
mutila de las almas, ilusiones,
y cambia los veranos por la nieve.

Es una sinrazón lo que se vive
y es una oscuridad lo que se siente,
palabras y palabras para necios
y pura propaganda del que vence.

Existe el ganador de la batalla
y el claro perdedor en esta suerte,
apura el vencedor su cobardía
odiando a quién llevó hasta los cipreses.

Debíamos dejar que las pasiones
dejaran claridad en tantas frentes,
logrando que las brumas y calimas
quedaran superadas para siempre.

Pero es el corazón del egoísta,
el hombre y semidiós, decía Nietzsche,
eterno inconformista del destino
a cambio de la guerra y de las gentes.

Vivimos en un bucle de promesas
que emiten los profetas como leyes,
eterna sinrazón de una locura
que lleva a los delirios de la mente.

Y el ciclo no se cierra ni se acaba,
seguimos caminando haciendo eses,
en una borrachera interminable
de voces y de coros por la fiebre.

"...Debíamos dejar que nuestras almas
gritaran con amor qué es lo que quieren,
la paz y la armonía entre los hombres,
sería la respuesta más coherente..."

Rafael Sánchez Ortega ©
06/08/17

ESPERO, COMO EN LOS CUENTOS...

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Espero, como en los cuentos,
a que, en la vida, me hablen,
las rosas de los jardines
y las hojas de los árboles.

Estoy seguro que, entonces,
entenderé las verdades,
como también las mentiras
que la vida nos regale.

Quiero escuchar las palabras
para entender esas frases,
donde hablarán del otoño
con cuchicheos de amantes.

Aunque también, es posible,
que lo que digan me canse,
al recibir las noticias
en condensados mensajes.

Las rosas dirán que quieren
unos dedos que las guarden,
que las tomen y acaricien
con candor y con donaire.

Puede que pidan un beso,
un abrazo interminable,
porque sus pétalos finos
tiemblan de frío en la tarde.

Las hojas, por el contrario,
susurrarán que me pare,
y que pase por la alfombra
de este suelo que es su calle.

Luego dirán que me eleve
hasta el cielo interminable,
donde otras hojas divinas
dejan amor y cantares.

"...Espero, como en los cuentos,
el milagro de escucharte,
de interpretar tu silencio
y vivir esos instantes..."

Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/17