DAME TU MANO EN LA NOCHE...

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Dame tu mano en la noche,
deja que toque tus dedos,
y que las sombras confundan
todo el recelo que siento.

Porque quisiera escribirte
letra tras letra unos versos,
en un poema sin fecha
y que desnude mi pecho.

Como señal y promesa
pido tu mano y la beso,
miro  tus ojos temblando
y en su mirada me duermo.

Cantan sin más las cigarras
y nos ofrecen sus duetos,
en las canciones que tienen
tiernas de amor y deseo.

Dame tu mano en la noche,
deja que roce tu seno,
para que sienta la blusa
el palpitar de mis dedos.

Es una suave caricia
como de brisa o de viento,
mientras arranca una nota
del corazón que yo quiero.

Porque tu mano en mi mano
nota el candor de algo nuevo,
en ese cruce y descruce
de nuestros dedos inquietos.

Quiero sentir el susurro
donde mi nombre es el centro,
para saber que me amas
y que tu amor es sincero.

Dame tu mano en la noche,
deja que sueñe despierto,
mientras arriba la luna
busca en el mar su reflejo.

Y en esa luna de plata
seguro que buscaremos,
toda la luz y alegría,
para saciar los desvelos.

Para sentir el abrazo,
el beso fiel y tan tierno,
que nuestros labios precisan
y que requieren al tiempo.

Así seremos felices
hasta el final del invierno,
sin ocuparnos de nada,
más que de amar y querernos.

"...Dame mi niña tu mano,
deja que tome tus dedos,
para que en ellos dibuje
todo el amor que yo siento..."

Rafael Sánchez Ortega ©
30/06/12

NADIE ME HABÍA AVISADO DE TU MARCHA...

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Nadie me había avisado de tu marcha
hasta que encontré tu lecho vacío por la partida.
Allí estaba el perfume inconfundible de tu piel
en las sábanas plegadas con lascivia,
recordando la forma de tu cuerpo,
y también la almohada, arrugada y silenciosa,
que había retenido tu cabeza tanto tiempo.

Pero tú no estabas
y solamente la soledad me recibió sin un saludo,
sin una pizca de cariño y compasión
por esa escena tan doliente,
sin la palabra que otras veces me ofrecías,
sin la luz de tus ojos y el mensaje
que dejabas en los mismos.

Ropas olvidadas que anunciaban tu presencia
y tu marcha precisada e imprevista,
cajones semiabiertos como anuncios
de una búsqueda incesante y aleatoria,
ventanas entornadas y no abiertas totalmente
por la prisa.

Pero faltabas tú y eso me dolía.

Hubiera querido que me hablaras,
que te despidieras simplemente,
que tomaras mi mano, besaras mi mejilla
y luego, tras mirar mis ojos,
me dijeras adiós sin más palabras.
Hubiera querido tener la oportunidad
de poder retener tu mano un instante
y tus dedos un segundo más.
Perseguir el temblor de tus labios
y creer ver en ellos, esa fracción de tiempo,
en que la duda llegaba hasta los mismos,
y donde tu alma se debatía entre seguir ó marchar
y entre luchar o abandonar en la batalla.

Sin embargo tú no estabas
y el cuarto vacío lo decía claramente,
el espejo no reflejaba tu presencia
y yo no podía acceder a los latidos de tu seno
y a los suspiros de tu alma.

No pude evitarlo y restañé una lágrima rebelde.
Luego miré al espejo para ver mi cara
y para reírme de la figura entristecida de mi rostro.
Pero nada me devolvió el saludo en el cristal,
en ese negativo, incoherente e incompleto,
que buscaba de mí mismo.

"...Nadie me había avisado de tu marcha
y yo tampoco fui capaz de encontrar el modo de avisarme,
de correr hasta tu lecho para retenerte,
para abrazarte con fuerza,
para besarte y para decirte que no,
que no debías marcharte,
porque si tú marchabas, yo también me iría
contigo y detrás,
porque tú y yo éramos una misma esencia en el amor
y, con tu marcha, se rompía y se acababa
aquel encanto tan sublime,
regresando nuevamente
de los sueños a la vida..."

Rafael Sánchez Ortega ©
29/06/12

¡QUÉ BELLO VUELAN LAS AVES...!

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¡Qué bello vuelan las aves
y hasta danzan en silencio,
dando vueltas y más vueltas
en su baile con el viento!

¡Cuán hermosa sinfonía
se me ofrece y la contemplo,
la de ver la dulce danza
de las aves por el cielo!

...Yo quisiera ser gaviota,
cormorán de pelo negro,
gavilán en las montañas
y ave fría en el invierno.

Yo quisiera tener alas
y surcar el firmamento
y volar alto, muy alto,
y elevarme con mis sueños.

Pasear por las alturas
y buscar a los luceros,
entre nubes y entre sombras,
con sonrisas y lamentos.

Yo quisiera ser el ave
que llegara hasta tu lecho,
y escuchara los suspiros
que se escapan de tu seno.

Pero sigo divagando
y ya sé que estoy despierto,
pues los sueños son hermosos,
si se cumplen los anhelos.

La mirada que te busque
y te ofrezca estar inquieto,
el placer incontenible
de unos labios con su beso.

La palabra seductora,
el susurro torticero,
esa lengua que musita
a tu nombre con deseo.

...Más mis alas recortadas,
como hombre y como cuerdo,
son los mimbres ya cansados
del poeta y del excéptico.

Es el vuelo del otoño,
sin billete y sin regreso,
de este viaje por la vida
y elevado de los suelos.

Con el alma voy batiendo
paso a paso los momentos
y mis alas están lacias
y cansadas por el tiempo...

"...¡Qué bello vuelan las aves!,
siento envidia, y no lo niego,
de su baile en las alturas
y su danza con el viento.

¡Cuán sangrante sinfonía
va volando hasta el cuaderno,
entre heridas y entre notas
de plumajes y de versos!..."

Rafael Sánchez Ortega ©
29/06/12

ES FÁCIL QUE TUS PASOS...

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Es fácil que tus pasos
ya lleguen muy cansados,
y vengan doloridos
después de un duro trato.

Tras días de impaciencia
y noches sin descanso,
por calles y caminos,
cruzando los barrancos.

Es fácil que comprendas
ahora de que hablo,
pues son muchas razones
y el peso de los años.

Un día, siendo niño,
brindaste con un trago,
robando a las estrellas
el agua de su llanto.

Es fácil que no pienses
y sigas meditando,
sintiendo en tu silencio
al viento en tu regazo.

La lágrima sincera,
el paso del rosario,
el tenue miserere
pidiendo a Dios un trato.

Es fácil que supliques
un puesto de trabajo,
un plato de comida
y un lecho con un cuarto.

También una banqueta,
un porche en el verano,
un trago de buen vino
y un beso y un abrazo.

Es fácil que tus sueños
oculten los pecados,
los ratos y pasiones
vividos en los campos.

El beso en los trigales
del labio dulce y sano,
la mano entre tus senos
queriendo rescatarlos.

Es fácil que suspiren
y llamen a arrebato,
tu pecho y sus latidos
sin fuerzas de lograrlo.

Estás casi vencido,
cansado y derrotado,
más buscas unos ojos
sinceros y castaños.

Es fácil que no encuentres
aquello que has soñado,
o puede que ya sea
recuerdos de un pasado.

Recuerdos que no han muerto
y quieres rescatarlos,
fragmentos de una vida
con notas del piano.

"...Es fácil que descansen
y duerman agotados,
tus sueños y mis sueños
unidos con un lazo..."

Rafael Sánchez Ortega ©
28/06/12

MÍRAME TÚ...

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Mírame tú y a la vez analiza tu conciencia,
para que veas que soy yo, no un espejismo
ni una luz parpadeante de tus sueños.

Porque vengo desnudo a tu presencia,
sin vestidos ni oropeles,
con la piel y cicatrices que tus dedos conocen,
con la herida sangrante de mi pecho
que aún rezuma por causa de un amor
que fue imposible de lograr.

Mírame bien y deja que tus ojos me penetren,
que atraviesen los temblores de mis labios
y que arranquen el suspiro que allí brota nuevamente,
que prosigan esa búsqueda incesante
en cada poro de mis venas,
en mi sangre y mis entrañas,
y que luego certifiquen que soy yo,
que es mi persona quien te habla,
quien susurra en estos versos su palabra
y te dice que te quiero,
que no importan los minutos ya perdidos,
ni los días del otoño que pasaron,
ni tampoco los veranos malgastado
pues ahora renovamos el presente.

Mírame así, como lo hiciste tantas veces,
y no abandones mis pupilas,
porque quiero que tus ojos aquí duerman,
recogidos entre ellas,
en su brillo y en sus lágrimas,
en el lago tan profundo de la noche
y en el verde de ese mar que se prolonga en el espacio.

Más si escuchas una música sin nombre, no te asustes.
Son los dedos de un poeta enamorado
que acaricia, a su manera,
unas teclas del piano en la buhardilla de mi alma
y sus notas me enamoran y transportan
a otro tiempo en el espacio,
a momentos de nostalgias
y también a este presente en el que vivo.

Y aquí estás, con tu silencio,
con los párpados bajados,
recitando como siempre mis poemas,
dando vida a las palabras que vinieron al cuaderno
y también interpretando, con tu gracia,
aquellos versos con un nombre
y con un rostro no descritos,
pero oculto tras sus letras...

Mírame tu y a la vez analiza tu conciencia,
para que puedas ver, lo que no viste en su momento
y confirmes que tu nombre estaba escrito
en tantos versos y poemas que pasaron por tus manos
y olvidaste tras haberlos recitado.

Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/12

HAGAMOS UN PARÉNTESIS...

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Hagamos un paréntesis sin pausa,
dejemos que las teclas del piano
nos tejan estas dulces melodías
que calmen a las almas mientras tanto.

Volemos con las notas misteriosas,
igual que mariposas de las manos,
surquemos los espacios más remotos
llevando nuestra paz a todos lados.

Brindemos con la música celeste
que sueltan las estrellas y los astros,
bebamos esa dulce sinfonía
en medio de la noche del verano.

Hagamos carantoñas a las olas
revolviendo sus bucles sin descanso,
y aspiremos el yodo y el salitre
que nos dejan los mares y los barcos.

Remolinos de luces de colores
se amontonan también en los regazos,
y nos llevan a ferias infantiles
tras las notas tan tiernas del adagio.

"Hagamos un paréntesis", decía,
el maestro con rostro ilusionado,
el poeta con pelo tan revuelto
y hasta el niño con libros bajo el brazo.

Pero el tiempo se pasa muy deprisa,
y ese tiempo, conviene recordarlo,
es igual para niños y mayores
y se queda más corto en los ancianos.

Yo no sé si el paréntesis pedido
es igual a un reloj que está parado,
o debemos pulsar la manecilla
y escuchar esta nota de que hablo.

Esta nota tan linda y misteriosa
es aquella que siento y que he buscado,
es la esencia emanada de la tierra,
y el suspiro anhelante de los campos.

Es el ritmo vibrante de los cuerpos,
el contorno de senos que he besado,
el aroma de cuellos y de espaldas
y el susurro de pieles que me hablaron.

"...Hagamos un paréntesis, sin duda,
dejemos que palpiten sin descanso,
los cuerpos y los pechos que se aman
y buscan en la música su encanto..."

Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/12

ME DETUVE EN EL BORDE DEL CAMINO...

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Me detuve en el borde del camino
y busqué tu presencia entre la nada,
pero tú ya no estabas a mi lado
ni tampoco tu aroma y tu fragancia.

Fue un instante sin más, una quimera,
los recuerdos volvieron a mi alma,
un temblor recorría mis sentidos
y también en el pecho y por la espalda.

Me sentía vencido en el destino,
derrotado, quizás, es la palabra,
vagabundo marchando tras las huellas
que llevaban sin duda hasta mi casa.

Pero allí no encontraba la sorpresa
de tener a tu cara reflejada,
en los grandes espacios que existían
y el vacío amargaba la esperanza.

Yo no sé si las lágrimas corrieron
e invadieron deprisa las pestañas,
más un nudo de seda transparente
se enredó con el llanto por mi cara.

Precisaba el susurro de tus labios
y también el candor de tu mirada,
como el niño que pide suplicante
esa tierna caricia que le falta.

Recordaba el teléfono tan mudo
mientras yo a su lado te aguardaba,
pero no, no sonaba tan siquiera
y el silencio ahogaba su campana.

Yo quería volar a las estrellas
y robar a la luna plateada,
una línea, quizás una sonrisa,
de los labios que ardientes me mostraba.

Más tenía fruncidas las mejillas
y los ojos clavados en su falda,
en la estela tan blanca y luminosa
que en el mar se estiraba y reflejaba.

"...Me detuve en el borde del camino
junto al mar, murmurando una plegaria,
pero tú ya no estabas a mi lado
y el salitre y las olas murmuraban..."

Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/12

AQUEL DÍA, CON UN BESO...

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Aquel día, con un beso,
aparcamos diferencias,
engañamos a las almas
y también a las estrellas.

Fue un momento, solamente,
un instante de flaqueza,
en que unimos nuestros labios
y temblaron nuestras piernas.

Nos mostramos como niños
sin temor y sin verguenza,
amparados por los años
y la sal de las mareas.

Aquel día, por un beso,
te di más de una promesa,
y tú a mi, también me diste,
la sonrisa más sincera.

Engañamos a los astros
y también a los cometas,
engañamos a los hombres
y reímos de sus reglas.

Navegamos en corceles
por las nubes y sin riendas,
y marchamos por los mares
a buscar a las sirenas.

Aquel día, con un beso,
tembló el mundo de la ciencia,
y quebraron los cristales
solitarios de la iglesia.

Se rompieron los espejos
de ventanas y siluetas,
y cesaron los suspiros
de las bocas tan traviesas.

Nuestras almas se engañaron
hechizadas en la gesta,
y al unir las sensaciones
conocieron la sentencia.

Aquel día, por un beso,
yo no sé que prometiera,
aunque dí lo más sagrado
sin saberlo mi conciencia.

Hoy... El tiempo no perdona,
y al pasado ya no hay vuelta,
no renuncio al dulce beso
ni al abrazo que te diera.

Más añoro tu mirada
y tus ojos de canela,
y la voz tan melodiosa
recitando mis poemas...

"...Aquel día, con un beso,
el Amor llamó a la puerta,
y temblando, nuestros labios,
lo tomaron como prenda..."

Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/12

CON EL LIMPIO ROCÍO, EN LA MAÑANA...

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Con el limpio rocío, en la mañana,
bajaba desde el puerto para el valle,
allí ya se encontraban los ganados
en busca de los frescos manantiales.

También inspeccionaban la campiña
en busca de los pastos que renacen,
rumiaban, como rumian los vacunos,
atentos a los vuelos de las aves.

Un sol muy cegador me deslumbraba
en medio de unos cielos impecables,
bordados de color azul celeste,
el manto de la tierra  y de los mares.

Llevaba la sonrisa entre los labios
y el verso en el bombeo de la sangre,
la rima floreciente del recuerdo
y el ritmo de tus ojos celestiales.

Buscaba más allá de las montañas
la senda y el camino que traspase,
la flecha con el arco de Cupido
y el tierno corazón que en él se enlace.

Más tuve que parar mi recorrido
en busca de la sombra con el aire,
mi cuerpo precisaba de un descanso
en medio del tomillo y junto al sauce.

No pude resistir mi pensamiento
y el mismo se elevó hacia los Altares,
(el nombre de esos montes tan cercanos),
sinónimo de pastos trashumantes.

En ellos hoy se ven viejas ruinas
de tiempos y pastores medievales,
viviendo en condiciones extremadas
en duro sacrificio contra el hambre.

Con todo este caudal ante la vista
no tuve más remedio que tumbarme,
buscar esa mirada de los cielos
que hiciera que mis ojos se cerrasen.

Y entonces yo soñé, como de niño,
soñaba con momentos puntuales,
algunos convencido de mis actos
y en otros de utopías en la tarde.

Más debo retornar al montañero
dejándole un suspiro y despertándole,
él debe continuar con su camino
salvando hasta la cumbre sus canales.

"...Con el limpio rocío, en la mañana,
los pasos eran firmes y tenaces,
marchaban nuevamente por la senda
en busca de una historia interminable..."

Rafael Sánchez Ortega ©
25/06/12

CONFÍA EN EL VALOR DE LA PALABRA...

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Confía en el valor de la palabra
y olvida las promesas y mentiras,
se dicen y prometen tantas cosas
que algunos las convierten en rutina.

Es fácil conseguir ilusionarse,
soñar con utopías muy distintas,
seguir por los caminos y senderos
los trozos del candor y de la vida.

Es fácil que deslumbre una mirada,
y el rojo de una rosa en la campiña,
y puede que hasta el verde de los campos
sembrado de blancura y margaritas.

Más debes de saber que tras las sombras
se ocultan los fracasos y utopías,
algunos cosechados por los hombres
y en otras ambiciones desmedidas.

Confía en el valor de la palabra
si llega hasta tu oído muy tranquila,
si tiembla con la brisa mañanera
la mano que te roza y acaricia.

No dudes de ti mismo, en ese instante,
y acude sin dudar hasta la cita,
no importa dónde estés y dónde sea,
el sitio y el lugar tendrá otra intriga.

Quizás ya no confíes en tus pasos
y tengas a las fuerzas muy marchitas,
por culpa del cansancio y del esfuerzo
y el alma desangrada en sus heridas.

Intenta resistir en esa recta,
el pecho está sangrando por la espina,
las formas y espejismos se repiten
y tratan de anular tu tentativa.

Confía en el valor de la palabra
si vienen de unos labios que te animan,
y tratan de animarte a que los sientas
y sigas su dictado día a día.

Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/12

POR UNA VEZ ME QUEDO SIN PALABRAS...

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Por una vez me quedo sin palabras
y busco lo que dicen las estrellas,
quizás en el mensaje silencioso
me dejen, en la noche, su respuesta.

Me dejen la ilusión y fantasía,
la forma que perfilan los poemas,
la tinta soñadora de unos ojos
que vibran y disfrutan mientras sueñan.

No sé si la mudez será perenne,
producto del cansancio que me asedia,
tal vez es un suceso pasajero
que embarga el corazón y que se aleja.

Si acaso seguiré con la mirada
buscando por los cielos esas letras,
la dulce melodía de los ángeles
mezclada con luceros y cometas.

Más debo regresar hasta los suelos,
vivir mi cometido por la tierra,
sentir de las campanas su tañído
llamando a la novena de la iglesia.

Y debo de buscar por los jardines
la rosa singular y la más bella,
aquella que te arranque mil suspiros
y el beso de emoción que tú me ofrezcas.

Quizás en las mañanas, el rocío,
presente su película más tierna,
cubriendo sin dudar los corazones
que atentos a la vida se despiertan.

Quizás las esperanzas se renueven
y vuelvan las sonrisas más sinceras,
los labios que respondan a los labios
ajenos a mentiras y promesas.

Entonces, si esto ocurre, por ejemplo,
el hombre será libre mientras quiera,
tendrá su libertad ilimitada
para ir a cualquier punto del planeta.

Para ir a navegar por los océanos,
subir a las montañas más diversas,
cruzar por los pantanos y desiertos
llegando, en su momento, hasta la meta.

"...Por una vez me quedo sin palabras
y trato de entender a las estrellas,
quizás en esta noche, y su mensaje,
esté la poesía siempre eterna..."

Rafael Sánchez Ortega ©
22/06/12

YO SERÉ TU SONRISA...

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Yo seré tu sonrisa
tu dolor y tu rabia,
y seré el sentimiento
que estremezca tu alma.

Y seré sin dudarlo
tu pupila y mirada,
esa luz que deslumbra
por tus ojos sin pausa.

Y también si tu quieres
yo seré tu palabra,
y la voz que recita
tus poemas al alba.

En los días de lluvia
cubriré con mi capa
a tu pelo tan lindo
con sus hebras de plata.

Y seré tu suspiro
y la nota del arpa
el violín de tu pecho
y la cuerda rasgada.

Y seré tus sentidos
que se excitan sin pausa,
al igual que los mares
al llegar las resacas.

Cuando llegue el otoño
yo seré como el haya,
que paciente te mire
con sus hojas doradas.

Y seré como el musgo
esa alfombra de magia,
que te envuelva en sus brazos
y te cante una nana.

Y seré como el roble
que a los cielos se alza,
con sus brazos cansados
ya sin hojas sus ramas.

Yo seré simplemente
para ti, quien te falta,
el amigo sincero
el amante del alma.

Y seré como un niño,
jugaré con tu falda,
miraré entre tus ojos
que palpitan y llaman.

Y en las noches de octubre
seré sombra en tu cama,
y también el susurro
que te deje su calma.

"...Yo seré la sonrisa
y la voz sin palabras,
la razón de tus sueños
y el amor de quien amas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
21/06/12

TE FUI A VER...

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Te fui a ver
y me encontré con un rincón vacío,
un lugar solitario donde solamente quedaba
el recuerdo de los poetas muertos,
de las voces apagadas por el tiempo
entre los robles y los bosques,
entre el murmullo de las piedras de la iglesia
y en el musgo y la hiedra que tantas veces
fueron testigos silenciosos de nuestras
conversaciones.

Porque al final fuimos nosotros
los que descubrimos aquel lugar maravilloso,
donde nos bañamos en sus aguas de cristal,
donde compartimos las delicias de los cantos
de las aves,
donde disfrutamos contemplando a las nubes pasar
con sus formas caprichosas
y donde en un lugar cualquiera, hicimos el amor,
y se juntaron nuestros cuerpos.

Pero también fuimos nosotros
los que sentimos estremecerse a nuestras almas
y los que cerramos las ventanas exteriores
que comunicaban nuestras vidas,
los que nos recluimos en los versos
más hermosos del otoño, en aquel sueño,
que ahora, al recordarlo, siento nuevamente
que la sangre se acelera
y te veo allí, inclinada sobre el río
y con el libro de poemas en tus manos.
Te veo como entonces leyendo y musitando
en voz alta los versos rescatados por tus labios,
las letras deliciosas escritas por tus manos
y dando vida a un sentimiento que surgía
de tu pecho.

...Ha caído la noche y me encuentro con la bruma.
Sé que te fui a ver y también sé que me encontré
con un rincón vacío,
un rincón repleto de recuerdos que aún subyacen
y que laten, quizás con la esperanza
de que un día, una mano y unos labios
los rescaten y de nuevo una voz dé vida
a esos versos inmortales de tu alma
y tú vengas, nuevamente,
con tus poemas a mi lado.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/12

EN UNA NOCHE DE OCTUBRE...

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En una noche de octubre,
y cubiertos por las sombras,
se quedaron frente a frente
nuestras miradas ansiosas.

Allí hablaron sin tardanza
de la una hasta la otra,
y cambiaron sus secretos
siempre un tanto temerosas.

Era otoño y el relente
se pegaba entre las hojas,
y también en las pestañas
y en los labios y en las bocas.

Tú me hablabas tenuemente
con tu voz cortada y ronca,
descorriendo los cerrojos
de tu alma gota a gota.

Yo escuchaba tus palabras,
y la voz tan melancólica,
y sentía los suspiros
bien nacidos y con forma.

Porque estabas confesando
aquel mal sin pies ni forma,
el producto de tus sueños
y también de tus congojas.

Por haberte enamorado
de una mano y una rosa,
que dejaron en tu pecho
un buen día en una hora.

Y quedaste enamorada
de la rosa tan hermosa
y también de aquella mano
y sus dedos que alborotan.

Porque fueron esos dedos
los causantes de las olas
y también del remolino
de tu piel tan ardorosa.

Ellos fueron recorriendo
las mil sendas y derrotas,
de tus senos a tus muslos
lentamente en una ronda.

Y rozaron a tus labios,
a tu sexo ya sin ropa,
y avanzaron por tu vientre
arrancándole su nota.

Y dejaron en suspense
el final de aquella estrofa,
el adagio interrumpido
de una obra ensoñadora.

"...Hoy de nuevo, en otro octubre,
el recuerdo me impresiona,
deseando intensamente
tu mirada seductora..."

Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/12

NO PIENSES CORAZÓN...

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I

No pienses corazón, que derrotado,
suplique por favor una victoria,
asumo la derrota por mi culpa
y ansío una revancha si se torna.

Aspiro a caminar por otros campos
buscando entre los mismos amapolas,
con flores que enternezcan los sentidos
y mezclen a las almas con las rosas.

No sé si cumpliré lo que deseo
en vista de los tiempos que se asoman,
otoños que ya llegan muy veloces
e inviernos con tinieblas y con sombras.

Más debo mantener esa esperanza
igual que la resaca con las olas,
luchando sin dudar cada segundo
siguiendo en la corriente la derrota.

No pienses corazón en tus pecados
ni pienses en la pena que te impongan,
ya pagas, sin saber, por esas penas
un precio de locura y de deshonra.

Y pagas ese precio en los suspiros
que salen de tu pecho y de tu boca,
lo pagas cuando buscas en tus sueños
la brizna del amor tan silenciosa.

Por eso no te pares ni detengas,
entiende que tu vida es lo que importa,
que debes superar viejas heridas
marchando hacia el amor a todas horas.

Ya sé que mi consejo es atrevido,
diría que es locura y rompeolas,
quizás en la insistencia del empeño
del agua y su bravura con las rocas.

II

No pienses corazón, tan sólo sueña,
y sueña como un niño en su verano,
en él se centralizan tus deseos
y vive intensamente desbocado.

Los niños que así viven también aman
y sienten el amor como un regalo,
el sueño más hermosos de la vida
que llevan y transmiten en sus manos.

Las manos de la eterna fantasía
que vimos tantas veces y gozamos,
un día, no hace tanto, cuando niños
vivimos ese mundo de relatos.

Un tiempo recordado con nostalgia,
del mismo nos separan muchos años,
los mismos que separan a las rosas
del tiempo de inocencia y del pecado.

"...No pienses corazón, ya nada importa,
perdiste tu cordura en otros campos,
luchando como saben los poetas
tan sólo con la pluma entre sus manos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
19/06/12

AUNQUE NUNCA TE LLEGUEN...

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Aunque nunca te lleguen
mis poemas y letras,
han nacido contigo
para estar a tu vera.

A seguir tras tus pasos
y también de tus huellas,
donde vayas, mi niña,
donde quiera que fueras.

Solo quieren dejarte
el candor de las velas
de una noche de octubre
tenebrosa y muy negra.

Aunque no la recuerdes
fue la noche primera,
donde hubo el abrazo
y estuvimos muy cerca.

Se juntaron los cuerpos
y también nuestras lenguas,
y asomaron los besos
a vivir la berbena.

Fue la noche sin nombre
de un octubre sin fecha,
con cantar de cigarras
y rumor de sirenas.

Esa noche repito
dieron luz los poemas,
a través de los ojos
en tu alma gemela.

Allí un dulce susurro
musitó a las estrellas,
que ocultaban su nombre
y figura señera.

Y les dijo bajito
que el amor va con ellas,
y quería ese viaje
sin billete de vuelta.

Lo dijimos nosotros,
nuestras almas hambrientas,
lo dijeron dos niños
sin doblez ni caretas.

Y en la noche sin nombre,
esa noche sin fecha,
nos quedamos dormidos
en un lecho de seda.

Y soñamos despiertos
aunque tú no lo creas,
y escribimos un libro
con mil versos y letras.

Pero tú no lo sabes
y quizás ni recuerdas,
a pesar de vivirlo
a mi lado y de cerca.

"...Aunque nunca te lleguen
mis palabras sinceras,
han nacido a tu lado
y contigo se quedan..."

Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/12

POR RESPETO Y POR DECENCIA...

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Por respeto y por decencia
no contesto a tus palabras,
y las dejo que se marchen
en el tiempo y en la nada.

Hay momentos que es mejor
separarlos de la paja,
y escoger aquellos otros,
que den trigo y den lavanda.

Hubo un tiempo en que las flores
se cortaban y entregaban,
a las manos tan nerviosas
de la amante enamorada.

Y en respuesta, aquellos labios,
impacientes contestaban,
con un beso en la mejilla
y el candor de su mirada.

Más el tiempo, caprichoso,
corre, vuela, sigue y pasa,
acelera corazones
y hasta llora con su marcha.

La restinga ya se asoma
muy cerquita de la cala,
nos enseña sus arenas
y sus rocas plateadas.

Hay un baile entre las olas
juguetonas y sin alas,
que se estiran y se encojen
a lo largo de la playa.

Por respeto y por decencia
mi silencio es el que manda,
el que olvida lo que has dicho
con suspiros y con lágrimas.

No hace falta que te diga
lo que tú no te esperabas,
que te marches y disfrutes
sin puñal por las espaldas.

Tengo frío y tengo miedo,
lo confieso, en esta etapa,
que ahora empieza y no sé cuándo
volverá la madrugada.

Es de noche, y con las sombras
hay profundas telarañas,
que no dejan ver el cielo
ni la luz de las ventanas.

Es por eso que yo tengo
la coraza de mi alma,
resguardando los tornados
que me ofrezca tu distancia.

Y tras ella tengo el pecho
malherido en la batalla,
con recuerdos de los labios
que llegaron con tu daga.

Fueron besos que dejaste
como flores por mi cara,
pero nada te reprocho
de aquel sueño sin palabras.

"...Por respeto y por decencia,
y también por que te amaba,
hoy no digo lo que siento
aunque duela lo que hagas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/12

DEBÍ DE SUPONER QUE TU CONCIENCIA...

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Debí de suponer que tu conciencia
buscaba la inocencia más que nada,
querías un culpable ante tus ojos
la causa de perder en tu batalla.

Y entonces me acusaste de tus males
no viendo más allá de la distancia,
juzgaste el corto plazo compartido
con dudas, con temores y con faltas.

No quise discutir en tu presencia
y el grito se quebró en mi garganta,
la rabia, tantas veces contenida,
caló su contenido por el alma.

No niego que debí sobreponerme,
decir que no era a mí a quien juzgabas,
lo hacías por librarte de una losa
atada, entre tus manos y pesada.

Más ahora que ha pasado tanto tiempo
no quiero remover entre las llamas,
rescoldos y recuerdos de un pasado
bañados con tristezas y con lágrimas.

Prefiero proseguir como el cobarde
que un día renunció porque te amaba,
y vio como marchabas de su lado
a un mundo de promesas muy lejanas.

Y así yo me quedé con mi septiembre
envuelto entre tinieblas y fantasmas,
sumido con las dudas de mis pasos
un tanto sin sentido y ya sin causa.

Entré sin proponérmelo en otoño,
la época divina y tan dorada,
el tiempo donde el oro se hace vida
y saca escalofríos a las almas.

Un día, en una noche de septiembre,
miraba a las estrellas tan calladas,
miraba sus puntitos luminosos
y oía en mis oídos lo que hablaban.

Hablaban del amor y de los hombres,
del tiempo y las promesas ignoradas,
hablaban de mentiras y de engaños
del daño y el dolor que éstas causaban.

Y hablaban del cariño de los niños,
sincero y tan trivial en su mirada,
los mismos que en las noches, en sus sueños,
miraban a los cielos sin palabras.

No pude contenerme por más tiempo
y el hombre que en mi pecho yo llevaba,
a todo renunció por ser pequeño,
un niño, para siempre, con su alma.

Así te conocí, mi dulce otoño,
llegaste hasta mis sienes plateadas,
haciendo que el Amor fuera de nuevo
la meta y referencia que buscaba.

"...Debí de suponer que tu conciencia
buscaba mil excusas a tu carga,
querías un culpable, y yo lo era,
la pieza de ajedres que te faltaba..."

Rafael Sánchez Ortega ©
17/06/12

EN LOS DÍAS SIN FECHA...

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En los días sin fecha
yo miraba a los cielos,
y buscaba tu nombre
a lo lejos, muy lejos.
Lo buscaba en las nubes,
en los grises y negros,
en las sedas flotantes
con su paso ligero.

En los días oscuros
precisaba tus besos,
tu mirada sincera
y el suspiro y aliento,
aquel suave susurro
de la brisa y el viento
que llegaban despacio
con su abrazo sincero.

En los días sin fecha,
de hace ya mucho tiempo,
madrugaba temprano
para ir al colegio,
con mis libros a cuestas
y también los cuadernos,
y una dulce esperanza
de aprender algo nuevo.

En un día de Julio
yo te dije "te quiero",
al sentir tus latidos
con mi mano en tu cuerpo;
tú tomaste mi mano,
la llevaste a tu seno
susurrando mi nombre
en tus labios inquietos.

En los días sin fecha
se amontonan recuerdos,
con figuras y nombres
que dejaron un sello,
su mirada tranquila,
sus poemas y versos,
y la luz de las almas
como eternos luceros.

De los días que juntos
detuvimos el tiempo,
hoy ya no queda nada
porque somos viajeros,
peregrinos andantes
con zurrón polvoriento,
persiguiendo unas huellas
por agrestes senderos.

En los días sin fecha
de aquel tiempo ya eterno,
aprendimos a amarnos
conteniendo deseos,
y también las pasiones
se quedaron en ecos,
en abrazos furtivos
y en caricias y besos.

De los días sin fecha
ya no sé lo que pienso,
pues pasaron de prisa,
casi casi, corriendo.

Rafael Sánchez Ortega ©
16/06/12

CUANDO PASEN LOS AÑOS...

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Cuando pasen los años,
¿qué pensarás leyendo mis poemas?...


Sonrío al hacerme esta pregunta
porque sé que quizás nunca los leas,
y que sean para ti solo un estorbo,
unas frases sin rumbo ni sentido
que salieron de una pluma que no aprecias,
porque eres exigente en demasía
y además no te dicen ni reclama
el contenido de mis versos.


Sin embargo vengo a ellos desnudado,
con el alma transparente y entregada, 
no quiero que ignores lo que tengo,
mis defectos y virtudes,
no quiero ocultarte, y que no sepas,
lo que existe detrás de mis espejos;
esa luna gastada y fragmentada
que devuelve los versos derrotados de mi pecho,
los suspiros ahogados en el alma,
los susurros sin pausa de las venas...


Es posible que no leas estos versos
ni tampoco mis rimas y poemas,
porque sé que tu miedo y prepotencia te lo impide.


Tienes miedo a enfrentarte con mis letras
y a que ellas te miren y desnuden,
a que aflore la voz de tu conciencia,
a que sientas aquello que negaste,
a que salga de nuevo tu palabra y murmure 
mi nombre entre tus labios, sin quererlo.


Más también hay en ti la prepotencia que citaba,
y lo sé porque tú me lo contaste hace tiempo.
Tú no quieres que lleguen mis poemas a tu lado,
y no quieres leer y compararlos con los tuyos,
tienes miedo a la rima que contienen,
cuando yo, para nada he reparado en ese aspecto.


Es otoño, y me pregunto
¿qué pensarás si un día va a tus manos mis poemas?


Es posible que los mandes a paseo,
que te inciten a la burla y a la risa,
(no me importa),
tengo tiempo de volver sobre mis pasos,
retirarme a los cuarteles del invierno,
enjuagar cuantos sollozos me desborden
y mirar, con tu recuerdo, las estrellas.


Rafael Sánchez Ortega ©
15/06/12

UN DÍA VOLVERÁS ATRÁS TUS OJOS...

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Un día volverás atrás tus ojos
y observarás de nuevo las mareas,
el baile variopinto de las olas
que llegan y se estiran por la arena.

Es fácil que ya estés en el otoño,
y busques el paseo en la ribera,
el dulce escalofrío de las aguas,
la brisa del nordeste siempre fresca.

Dejaste a tus espaldas los recuerdos,
el tiempo del estío y de la siega,
la paz inmaculada de los campos
y el fino sortilegio de la aldea.

No puedes evitar que entre los mismos
resuenen los toletes y traineras,
que acudan cual gaviotas, a tu lado,
en cantos del salitre y las sirenas.

Espero que disfrutes del pasado
y sientas las caricias tan eternas,
el beso de la brisa en tu regazo
que llevan sin dudar a la barquera.

Allí donde los hombres se hacen niños
las salves estremecen a las piedras,
y entonan los marinos las plegarias
pidiendo por sus vidas y la pesca.

Las manos tan curtidas hacen cruces
en frentes que doblegan su cabeza,
afuera, al otro lado de la ría,
se escuchan las campanas de la iglesia.

La lluvia ha comenzado a deslizarse
del cielo que no aguanta la tormenta,
suspira el marinero mientras mira
las gotas que le llegan y le besan.

Son besos que reparten el cariño,
salidos de la Virgen barquereña,
y vienen en respuesta a la plegaria
que el hombre dijo al niño que pidiera...

Eterna sensación la del marino
temiendo por el mar y las galernas,
luchando entre las olas con sus remos
y el bote tan ligero que le lleva.

Navega por regiones infinitas,
allí donde se ocultan las estrellas,
y lleva la sonrisa y el tabaco,
en los labios, prendidos, aunque duelan.

Porque quiere llegar hasta su puerto,
saludar a la Virgen la Barquera,
y marchar a su casa renqueando,
con el cesto logrado de la pesca.

"...Un día volverás atrás, tus ojos,
y verás nuevamente las mareas,
no importa que te encuentres muy cansado,
las olas y la Virgen ya te esperan..."

Rafael Sánchez Ortega ©
15/12/06

LLEGUÉ HASTA TI CUBIERTO DE AMARGURA...

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Llegué hasta ti cubierto de amargura,
con tristeza muy mal disimulada,
tú lo advertiste pronto y contestaste,
con silencio, cariño y sin palabras.

Llegaba muy cansado de la vida
y tenía vidriosa la mirada,
sediento y malherido como amante,
perdida la inocencia y confianza.

Tenía por las noches pesadillas
y un frío muy profundo en las entrañas,
sentía que caía en lo profundo
de un pozo que llevaba hasta la nada.

Quería despertar de aquel absurdo,
remar ansiosamente con mi barca,
huir a los confines de la tierra
buscando nueva vida y esperanza.

Y entonces me tomaste con tu mano
para darme el calor que precisaba,
la sangre que faltaba por mis venas
vacías por heridas en batallas.

Viniste con tu fuerza arrolladora
y me diste la fe que tanto ansiaba,
la estima y confianza que los niños
ansían en su pecho y en su alma.

Y pude continuar con mi camino
dejando tras mis pasos muchas lágrimas,
rescoldos de ese tiempo del pasado
con brumas y tremendas telarañas.

Te debo la razón de seguir vivo
y vivo para ti, en la distancia,
lo hago en el silencio de mis versos
que siempre te transmiten mi palabra.

No olvido la ciudad donde el destino
me hizo renacer y cobrar alas,
ni olvido tu mirada encantadora
tus manos y tus dedos en mi espalda.

Tú fuiste la garante de mi vida,
el ángel defensor de mis fantasmas,
el eco y el suspiro de mi pecho
calmando pesadillas y patrañas.

Te amo corazón y tú lo sabes,
estás en el silencio que me llama,
también en los recuerdos compartidos
y en todos los confines de mi alma.

Rafael Sánchez Ortega ©
14/06/12

NO IMAGINAS LAS NOCHES TRANSCURRIDAS...

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No imaginas las noches transcurridas
con la voz de tus labios en mi labios,
con tus sueños y mis sueños unidos
y el calor de tus manos en mis manos.

Porque fuiste ilusión y fantasía
que vino en un momento hasta mi lado,
con la gracia sutil y tan hermosa
y tu cuerpo moreno del verano.

Llegaste como llegan las galernas
lanzadas desde el cielo con un rayo,
más la flecha silbante de Cupido
cruzó mi corazón sin yo notarlo.

Y entonces yo sentí temblar el alma
cual cuerda de violín y del piano,
y un fuego singular cruzó mi pecho,
herido como niño enamorado.

No imaginas las noches transcurridas
y mirando a los cielos mientras tanto,
hablando con la luna y las estrellas
que cuelgan allá arriba, en lo más alto.

Entonces yo creía en las promesas,
la eterna juventud del ser hermano,
los ojos que miraban a los ojos
la frase tan sincera y el abrazo.

Era un tiempo plagado de ternura,
un tiempo de recuerdos ya pasado,
vivido intensamente cada día,
volviendo cada noche sin nombrarlo.

Venía con el canto, en la cigarra,
dejando su nostalgia por los campos,
venía con las olas y mareas
en  máscara de proa de los barcos.

No imaginas las noches transcurridas
con la pasión y el fuego desatado...
Ardía el corazón en una hoguera
por culpa del amor y con su llanto.

Lloraba contemplando la figura
maltrecha ante el espejo destrozado,
la niebla atenazaba la garganta
ahogando los suspiros en los labios.

Tenía la inocencia de los niños,
la mano temblorosa del anciano,
la dulce sintonía del amante
que busca en el amor, al ser amado.

Tenía menos años, eso es cierto,
cruzaba los desiertos y pantanos,
volaba con gaviotas y cigüeñas
siguiendo la utopía de unos pasos...

"...No imaginas las noches transcurridas
tratando de vivir sin hacer daño,
dejando mis caricias en los versos
y el beso de mis labios más preciado..."

Rafael Sánchez Ortega ©
14/06/12