LA CORTINA DE HUMO...


La cortina de humo se elevaba hacia los cielos
y el alma suspiraba con angustia y rebeldía.

Es posible que ahora salgan muchas lágrimas
traidoras de mi pecho
y es posible que el recuerdo de los años
y sucesos ocurridos me devuelvan la nostalgia.

Y allí estaba contemplando todo aquello,
con un nudo en la garganta,
con el ánimo nervioso de un chiquillo quinceañero
que se asoma por las plazas,
con la tez ruborizada por la brisa
de un nordeste inexistente.
Porque todo es poesía en esta vida
y tú lo sabes, como yo, que ahora te escribo.
Y encontramos todo eso y verso a verso
en los minutos y segundos
de los días que vivimos,
intentando incorporarlos al poema personal,
que con paciencia,
van formando nuestros pasos
en el lento caminar por esta playa sin fronteras.

Es inútil detener a las corrientes del amor
que con fervor y con pasión
nos van prestando sus abrazos y caricias.
Es inútil dar la vuelta a la ternura
de unos ojos que te miran
y te hablan sin palabras
y te dicen tantas cosas que te embriagan
sin remedio.
Es inútil el negar la realidad de tus sentidos
cuando éstos te reclaman unos ojos
y una cara con un nombre
que se escapa de tus labios,
con mil besos de ilusión que tú concentras
en los mismos
y el deseo insuperable de agotar
y de embriagarte de ese líquido sutil
que tú me has dado dantas veces.

Porque todo es poesía en esta vida,
te decía, y te repito,
ya que tú eres ese verso tan preciado que persigo,
al que amo sin remedio,
al que quiero porque sí, sin darme cuenta,
y al que escribo, como ahora,
y le suplico una sonrisa de cristal,
en madrugada.

Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/14

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