6.045 - HAY UN SILENCIO...



 Hay un silencio en la noche,

que traspasa las ventanas

y se extiende por las calles.


Hay soledad y tristeza,

en estos días de otoño

que se marchan, y se alejan,

para dar paso al invierno,

a la nieve en las montañas,

a la sonrisa en los labios infantiles,

a los recuerdos lejanos en los mayores

y a esa riada de ensueños, que todos, 

guardamos en el alma.


Y en medio de este escenario sigo viviendo,

sigo existiendo, y mi corazón late 

con una arritmia difusa e incontrolada,

como queriendo el beso y el instante

que renace en el recuerdo.


No sé si es un acto instintivo 

y un reflejo de esa infancia, 

tan fuertemente anclada en mis sentidos, 

aunque, también, puede ser la ingenuidad del niño 

que se resiste a marchar 

y a perder esa infancia que vive y late 

en su sangre y en sus venas.


Y es que este niño, hoy ya anciano, 

sigue buscando la paz y el amor, 

la caricia y la mirada,

el labio tembloroso y la brisa que le roce,

el suspiro perdido y el susurro, en su oído,

del roble, 

aunque sabe, y es consciente, 

que el verso de la vida se escribe cada día,

para que la mariposa vaya recogiendo

las letras que va dictando el corazón,

y no la razón,

en la poesía inacabada de un poema

que elaboran sus latidos.


Desde el silencio llega una brisa fría

que es como un soplo helado, 

que me hace estremecer.


Tengo frío y tengo miedo, lo sé,

pero la vida continúa

y debo seguir la rima que me dicte,

en este camino, que es, el poema de una vida,

¡mi vida!, con un rumbo y un destino

hacia lo desconocido.


Rafael Sánchez Ortega ©

08/12/24

No hay comentarios: