4.729 - TEMBLABA...
Temblaba el ciervo,
herido en la pradera,
por un disparo.
Me sorprendió
los ojos que pedían
una caricia.
No había sido
mi mano la causante
de esta desgracia.
Temblaba el mar
por culpa de los vientos
y la galerna.
Y ese temblor
cundía entre los barcos
a la deriva.
Eran juguetes
en manos del destino
y de los cielos.
Temblaba el junco
que estaba en la ribera
oyendo al río.
Tristes canciones
mandaban los meandros
hasta la orilla.
Y el alma, alegre,
del niño que soñaba
se estremecía.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/21
4.728 - MIRABA EL CIELO...
Miraba el cielo.
Contaba las estrellas.
Así soñaba.
Era un poeta.
Un niño soñador
en plena infancia.
Pero los sueños
marcaban su presente
y el día a día.
Pasaron años
de eternas primaveras.
Llegó el otoño.
Y las estrellas
seguían en los cielos
aunque temblando.
Abajo un hombre
miraba los suspiros
que ellas dejaban.
Pero el invierno
llegó con barba blanca
y días cortos.
¡Qué poco queda!,
decía nuestro niño,
a las estrellas.
Y mientras tanto
el hombre y el poeta
sigue soñando.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/21
4.727 - TE NECESITO...
"Te necesito",
decían las estrellas
con sus destellos.
Breves palabras,
cargadas de silencio
en plena noche.
y tú escuchabas,
sentías su llamada
con impotencia.
Y las mirabas
queriendo complacerlas
desde la playa.
Trazas un sueño.
Te subes a las olas
y marchas lejos.
En ese viaje
alcanzas a los cielos
y estás con ellas.
Son tus estrellas,
aquellas que en la infancia
te enamoraron.
Y te apodaron,
quizás sin tú saberlo,
como "el poeta"
Niño y poeta
que ahora es reclamado
por las estrellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/06/21
4.726 - QUIERO LA LUZ...
Quiero la luz
que surge de tus ojos
y tu ternura.
Quiero la paz
que brilla en tus pupilas
tan dulcemente.
Quiero la voz
que da tu corazón
en sus latidos.
Quiero el fulgor
que llega a tus cabellos
desde los cielos.
Quiero ese beso
que guardas en tus labios
para la luna.
Quiero soñar
contigo en una playa
y con las olas.
Quiero vivir
los sueños más bonitos
en tu regazo.
Yo quiero ser
el niño que, en tu infancia,
tanto añoraste.
Y a ti te quiero,
mi linda mariposa,
aunque no vueles.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/21
4.725 - INTENTABA NO PENSAR...
Intentaba no pensar,
aquel hombre, en su tristeza,
y miraba al horizonte
tras ventanas con sus rejas.
Y sus ojos se cerraban
por las lágrimas resecas,
que bajaban de sus ojos
y se helaban en las venas.
Triste tarde, se decía,
en la cárcel y en la celda,
cautivado por su alma
que sufría de mil penas.
Era un hombre como tantos,
pero un niño en su conciencia,
que soñaba y que buscaba
por las playas un cometa.
Él sabía que era inútil
y también una quimera,
lo que el hombre pretendía,
de resacas y de meigas.
Pero el niño continuaba
esa búsqueda sin tregua,
y seguía, tras los pasos,
que veía por la arena.
Eran pasos vacilantes,
de personas y poemas,
que dejaron sus recuerdos
para el viento con sus letras.
Y lloraban las resacas
y cantaban las sirenas,
y hasta el hombre percibía
del salitre los poemas.
Sonreían los delfines
escoltando a las traineras
con un niño que soñaba
con la luna y las estrellas.
Hasta el hombre, conmovido,
vio, en el niño, su inocencia
y también la tierna imagen
de un pasado ya sin vuelta.
Pero vuelve a su presente
nuestro hombre con su guerra,
y recobran los suspiros
esas llamas que le queman.
¿Dónde están las mariposas
con sus alas tan traviesas,
y los besos de unos labios
que perdieron ya su esencia...?
Rafael Sánchez Ortega ©
24/06/21
4.724 - CANTAN LAS RANAS...
Cantan las ranas.
Se va la primavera.
Llega el verano.
Pasa la vida.
El niño se entristece.
Ya queda menos.
Nacen las canas.
Hay nieve en los cabellos.
Llega el invierno.
El hombre piensa.
Los cielos enmudecen.
Vuelve el rocío.
La noche empieza.
Se empañan los cristales.
Tiemblan las almas.
Suenan las doce.
Se cierran las ventanas.
Los labios rezan.
Hay un susurro.
Son voces imprecisas.
Vienen del mar.
Es un gemido.
Lo emite la resaca.
Tú te estremeces.
El alma vibra
pues quiere que la vida
no sea un sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
21/06/21
4.723 - TE NECESITO...
Si tú pudieras
volver de tu periplo
para ver esto.
Estas campiñas,
la aldea castellana,
la fuente regia.
También la plaza,
la iglesia centenaria
y las callejas.
Largos balcones
en casas señoriales
con sus escudos.
Esta es mi tierra
muy cerca de la costa
y del cantábrico.
Pero te fuiste,
marchaste, sin destino,
a la aventura.
Si tú estuvieras
veríamos el alba
al despertar.
Y buscaría
tu mano con mi mano
para besarla.
¿Cómo decirte
lo mucho que te quiero
en esta tarde?
Rafael Sánchez Ortega ©
16/10/21