LA CANCIÓN DEL TOLETE.



Era un tolete ya viejo
y un marinero vulgar,
era un remo que crujía
entonando este cantar.

"Yo fui sostén del remero
al llevarlo por el mar,
soportando en el estribo
su remada singular.

Crucé por mares profundos,
verde azules a la par,
diamantinos y rosados
con sus playas de pescar.

Noté el roce de las olas
y su eterno caminar,
dirigiéndose a la costa
y a la barra del lugar.

La caricia de la brisa
era fácil de aguantar,
y la frente del marino
se curtía sin cesar.

Las gaviotas, en lo alto,
no cesaban de pasar,
revoltosas y coquetas,
y graznando en su volar.

Y de pronto las sirenas
se acercaron a mirar,
y escuchando los toletes
se pusieron a soñar.

Yo era entonces un extraño,
un tolete que trincar,
el sostén del marinero
en su avance y su ciar.

¡Boga, boga, marinero,
nunca dejes de bogar!,
ya la playa está más cerca
y tu tienes que pescar.

Las merluzas y julianas
ya se vienen a tu par,
y las lochas y cabrachos
también quieren orillar.

¡Lanza, lanza, marinero,
es la hora de jalar!,
de intentar cobrar las piezas
que te ofrezcan su manjar.

Y con ellas en tu cesta
volverás a recordar
al tolete y al estribo
que te vuelvan a tu hogar.

Que te lleven para el puerto
con tu esposa y con tu lar,
que te espera tan ansiosa
con un beso para dar.

¡Boga, boga, marinero,
nunca dejes de bogar!,
te lo dice este tolete
en sus letras y cantar".

Y aquí acaba este romance
de un tolete peculiar,
que crujía en el estribo
y cantaba al navegar.

Rafael Sánchez Ortega ©
31/01/12

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