UN DÍA DE VERANO...


Un día de verano
miramos las estrellas,
la noche ya cubría,
las calles y las tejas.

Ventanas mal cerradas,
rendijas en las puertas,
y solo, nuestros pasos,
andando en la calleja.

Buscamos a la luna
que andaba peripuesta,
vistiendo blancas galas
y un guiño entre las cejas.

Nosotros la miramos,
la hablamos con franqueza,
pedimos que alumbrara
y fuera cual linterna.

El faro prometido
del puerto y la galerna,
el sueño ilusionado
que espera en la taberna.

Y así, con nuestros sueños,
seguimos un poema,
del verso tras las olas
corriendo por la arena.

Un baile de pasiones
y sangre sin fronteras,
latiendo, enloquecidas,
las olas en las venas.

Por eso nos paramos
y unimos nuestras huellas,
corriendo, como niños,
que buscan las sirenas.

"...Un día de verano
rocé, mi Amor, tu lengua,
y entonces tú sentiste
el fuego que me quema..."

Rafael Sánchez Ortega ©
03/09/15

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