PERO EL HOMBRE QUE MARCHA CAMINANDO...


III

Pero el hombre que marcha caminando,
no es el loco del cuento y el relato,
es el cuerdo que busca anonimato,
y también ese cómo y ese cuándo.

El camina deprisa, confirmando
que persigue la huella y el retrato
de quien vive y precisa lo sensato
aunque robe y practique contrabando.

Para amar se precisa la alegría,
la cordura del precio verdadero,
porque amar es amor, día tras día,

entregado sin prenda ni dinero,
es sentir ese grito en la agonía
que pronuncia tu nombre y el "te quiero".

Rafael Sánchez Ortega ©
11/03/11

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