ERA...


Era el soplo de la brisa
con su roce en la ventana,
y el sonido plañidero
de las aguas en la charca.

Era un niño vagabundo
con mil sueños a la espalda,
que jugaba con barquitos
persiguiendo a los piratas.

Era un lirio floreciente
y que apenas destacaba,
entre rosas y jazmines
cortejándole sin pausa.

Era el canto de un borracho
que volvía de jarana,
sin saber bien de la vida
ni de nada que pasara.

Era un serio campesino
madrugando en la mañana,
con arrugas en la frente
y la azada en sus espaldas.

Era el sol, que reluciente,
madrugaba con el alba,
para hacer su recorrido
por la tierra castellana.

Era el tejo imperturbable,
siempre serio y que destaca,
con sus ramas retorcidas
y ofreciendo filigranas.

Era el agua de la fuente
transparente y siempre clara,
repartiendo su frescura
a sedientos de esperanzas.

Era el beso imaginado
que soñaba la zagala,
de aquel labio tan sublime
que en la noche deseaba.

Era el dulce ronroneo
de la reina de la casa,
una niña pequeñita
con su charla y sus palabras.

Y era un hombre, que en su invierno,
todo esto contemplaba,
mitad vida, mitad sueño,
con su vista ya cansada...

...Pero el hombre, que era un niño,
no quería ser comparsa,
de figuras complacientes
y de imágenes doradas.

Él quería ver la vida
y sentirla en sus entrañas,
disfrutando y compartiendo
primaveras y otoñadas.

"...Era un niño sonriente
escribiendo en la distancia,
que pensaba, en todo esto,
y escuchaba a las cigarras..."

Rafael Sánchez Ortega ©
13/01/13

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