HABÍA MIEDO...



Había miedo en tus ojos infantiles
cuando aquella tarde nos vimos en la clase.
Tú dijiste que no te encontrabas bien, 
que era la gripe,
y bajaste la cabeza.

Algo se removió en mi corazón
que empezó a latir más deprisa.
Yo había visto tus lágrimas 
correr por las mejillas
y no eran gotas de lluvia ni de gripe;
había algo que se me escapaba 
y no querías contármelo

Al cabo de unas semanas llegó tu carta
con la tinta emborronada por las lágrimas.
Tuviste que marchar, salir de casa,
ibas a vivir con otra persona
y no querías decírmelo

Rafael Sánchez Ortega ©
05/09/18

No hay comentarios: