VIVÍ...



Viví muchos meses soñando con tu voz
y tus palabras, 
creyendo en un sueño infantil
que tú animaste.

Viví con las luces de la infancia 
que alumbraban mi ceguera 
y me llevaban tras tus pasos.

Viví en la mentira de la vida juvenil, 
de un otoño edulcorado por las risas 
y caricias de tus labios.

Viví una utopía seductora
con la ilusión de los mendigos
que persiguen las migajas de unos dedos
que se unan a los suyos.

Viví y desperté, una mañana, 
tras sufrir la pesadilla 
de aquel mundo inexistente 
que formó mi fantasía.

¡Entonces comprendí cuánto te amaba!

Rafael Sánchez Ortega ©
09/09/18

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