4.687 - LA TARDE HUELE...



La tarde huele a lavanda

a salitre y margaritas

mi madre teje en silencio

mientras su pecho suspira.


Vienen gaviotas al puerto

y con ellas golondrinas.

La barra ruge y se altera,

tiene revueltas las tripas.


¡Qué bien teje y con qué arte,

con esas manos benditas,

la madre, que yo recuerdo,

con su carita de niña!


Ella quisiera plasmar

tantos sueños y sonrisas

en el trabajo y el punto

que por sus dedos desliza.


Así aparecen dibujos,

cascabeles y hasta encinas,

porque el mundo de los sueños

busca, en sus manos, la vida.


Yo la recuerdo rezando

una larga letanía,

y aquel rosario piadoso

con sabor a manzanilla.


Y lo hacía sin descanso,

sin perder la sincronía,

de la labor de sus dedos

y aquel rezo en la cocina.


La tarde sigue marchando

de una forma muy tranquila,

y los ojos de mi madre

piden, inquietos, la brisa.


Quieren la rosa sin nombre,,

la azucena prometida,

y el detalle del marino

que al marcharse prometía.


Pero las sombras avanzan

y la noche está cerquita,

hoy no hay flores que se acerquen

y que animen las mejillas.


"...Los recuerdos se amontonan,

se emborronan y se apilan,

de la madre y de la infancia

de un poeta que suspira..."


Rafael Sánchez Ortega ©

03/05/21


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