5.778 - AHORA ESTOY SOLO...



Ahora estoy  solo,

susurra mi conciencia

en medio de la noche.


Lo sé y soy consciente

de mi estado.


Se marcha el invierno

de los días crudos y sombríos,

con la soledad infinita

y las brumas del alma.


Por una parte ya quiero que acabe,

que termine este tiempo,

este estado, 

esta agonía...


Atrás quedan los pasos

y las huellas de una etapa de la vida,

de unos días mal viviendo, y añorando,

otros de estío y primaveras

ya lejanas.


Crecen los días 

y amanece más temprano.

Parece como si la niebla se rompiera,

se fragmentara en mil pedazos

y permitiera ver, a lo lejos,

a una primavera renovada

y que se acerca,

aunque, quizás, es una utopía.


Pero son la edad y los años,

la eterna confusión de los sentidos,

los que piden y sueñan con volver al pasado,

con sentir el galope impetuoso 

de un joven corazón ya marchitado,

y el correr acelerado de la sangre

por un cuerpo que ha cumplido su objetivo

mientras sus labios se estremecen 

y pronuncian un nombre

y unos ojos, sus ojos, te buscan 

y buscan la vida

que parece resurgir, entre la bruma

de un invierno que se marcha.


...Pero el tren está parado

y su vagón, sin número ni nombre,

allí te espera.


Es una estación sin nombre, sin señales;

es un andén y tú estás en él, esperando,

y esperándome...


Me miras y te miro, 

acercas tu mano a la mía

y temblando, pero con una sonrisa,

subimos a ese tren y a ese vagón,

que pronto marchará

y partirá hacia otro mundo,

otra vida, otros sueños, 

con nosotros, como versos 

y viajeros, solamente,

del poema, inacabado, 

de dos almas que se amaron.


Rafael Sánchez Ortega ©

14/03/24


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