LA CIUDAD ESTÁ ALEGRE Y NO DORMIDA

La ciudad está alegre y no dormida
cubierta por la lluvia y por la niebla,
los coches la circulan y los hombres
caminan indolentes por la acera.

Sobrecoge el tumulto de las gentes,
esas voces que se alzan muy diversas,
ese mundo curioso y variopinto
tan ajeno a las calles de mi aldea.

Santander es el nombre que pronuncian
con fervor los artistas y poetas,
aquí surge una música sublime
y con ella los versos y las letras.

Pero el mar que lo baña y lo circunda,
el que llega a sus playas y las besa,
es el mismo que deja los mercantes
con viajeros que llegan a mi tierra.

Santander es el centro de Cantabria,
la de antaño Montañas Burgalesas,
es el alma de Castro hasta Reinosa,
Santillana, La Hermida y hacia Liébana.

Es quizás la ciudad donde aglutina
ese poso de sabia montañesa
y la audacia de viejos marineros
por los mares en busca de la pesca.

Hay aquí ese halo misterioso
donde al campo le acunan las mareas,
y le mece la brisa del nordeste,
en leyendas de siegas y traineras.

Puede ser que en el polvo de sus calles
se acumulen recuerdos y las huellas
de Jándalos que fueron a Sevilla
ó de Indianos salidos para América.

Puede ser un misterio sacrosanto
que desvele la pluma de Pereda,
ó que Hierro la saque con sus versos
y Gerardo la pulse con sus venas.

Santander es ciudad con señorío
que se palpa y se ve en la Magdalena,
es la cuna de hidalgos sin fortuna
y también de personas muy sinceras.

Mas también es la cuna de mis sueños,
la raíz de aventuras y leyendas,
con recuerdos eternos e infantiles,
que atraparon mi alma hasta que muera.

Rafael Sánchez Ortega ©
11/02/10

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