EN UN RINCÓN DEL ALMA

En un rincón del alma
guardaba una sorpresa,
en forma de caricia
robada a las estrellas.

No sé por cuánto tiempo
estuvo allí tan quieta,
durmiendo en blando lecho
soñando con su entrega.

Un día, cabizbajo,
llegué hasta la ribera,
soplaba el fiel nordeste,
subía la marea.

Te vi junto a la orilla,
estabas más bien quieta,
mirando al horizonte
con lágrimas inquietas.

Un nudo en mi garganta
sentí al ver esas perlas,
bajando por tu cara,
rodando a tu pechera.

Entonces un suspiro
soltaron las sirenas,
llenando de canciones
los muelles y tabernas.

Un viejo marinero
fumando se te acerca,
te mira muy despacio,
menea la cabeza.

Él sabe lo que pasa,
al alma que está presa,
padece mal de amores,
la joven tan coqueta.

Me quedo con la brisa,
con ella y tu presencia,
sintiendo los latidos
de mares y leyendas.

Tú miras a lo lejos,
ingoras que estoy cerca,
aspiro tu perfume
me embriago con su esencia.

Te miro muy despacio,
y hago que te vuelvas,
tú mires a mis ojos
y en ellos te recreas.

Percibes lo que dicen,
los versos que ellos llevan,
las letras tan nerviosas
que forman el poema.

Allí dice te quiero
la sangre de mis venas,
allí están las caricias
los besos y promesas.

Allí están contenidas
las aguas de la presa,
los diques del pantano
del niño que te observa.

"...En un rincón del alma,
guardaba una sorpresa,
los versos de mi pecho
que amaban sin reserva..."

Rafael Sánchez Ortega ©
18/06/10

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