LOS HOMBRES QUE NACEMOS Y VIVIMOS...

Los hombres que nacemos y vivimos
en medio de la tierra tan ingrata,
soñamos con eternos paraísos
huyendo de miserias muy cercanas.

Buscamos, por ejemplo, en las estrellas,
los ojos con la luz y las miradas,
aquellos que acaricien nuestras frentes
y lleguen hasta el fondo de las almas.

Quizás nos comportamos como niños,
quizás es la pasión desesperada,
en busca de la tierra prometida,
allí, donde se encuentra la esperanza.

No somos marionetas del destino,
ni somos hipotecas del mañana,
los hombres nacen libres, sin saberlo,
y en esa libertad está la gracia.

La gracia de elegir y equivocarse,
la gracia de enmendar culpas pasadas,
por eso la grandeza de los hombres
se mide por sus actos y palabras.

Los actos pueden ser esos detalles,
las risas y silencios que se guardan,
la mano que se junta con tu mano,
la eterna confidencia respetada.

Hay hombres con semblante un tanto serio
y otros con sonrisas en su cara,
los unos te comentan lo que piensan,
los otros hacen chistes y te calman.

La vida es una eterna paradoja,
hay hombres que se odian y se aman,
hay seres que pelean por las tierras
y algunos, ni siquiera, piensan nada.

Reniego de vivir con etiquetas
y quiero conseguir lo que me falta,
la esencia de la vida en su conjunto,
el tierno escalofrío de la gracia.

La gracia de ser yo, conmigo mismo,
el hombre que se enfrente a su batalla,
el niño que se saque su armadura
y diga esas palabras tan ansiadas.

"Soy libre para ser lo que yo quiera,
incluso para ser verso y metáfora,
mis letras llevarán todos los sueños,
a niños y a mayores sin tardanza".

Rafael Sánchez Ortega ©
04/06/10

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