UN POEMA ES COMO UN NIÑO

Un poema es como un niño,
nace y crece entre palabras,
balbuceos y caricias
como besos en la cara.

Cada letra tiene un orden,
son juguetes y guirnaldas,
que se unen y que forman
esas vidas de la nada.

Los poemas son suspiros,
conjunciones planetarias,
ilusiones infantiles
de los pechos que los guardan.

Más los niños son las notas
las que encierra el pentagrama,
son la luz y el colorido
con su voz en la mañana.

Nacen versos y más versos,
las estrofas forman guardia,
entre rimas y medidas
y cubiertos de metáforas.

Paso a paso van los niños,
y así miden la distancia,
entre risas y entre lloros
y a pesar de mil culadas.

Los poemas nacen libres
sin censura ni mordaza,
son los gritos del poeta,
sentimientos que le embargan.

Nuestros niños, inocentes,
también crecen mientras hablan,
parloteos de menores,
bella música sin arpa.

Hay poemas y poemas
como niños y esperanzas,
y los versos cobran vida,
y los niños las guirnaldas.

Hay guirnaldas de poemas
con sus pétalos de grana
de los niños que susurran
unos versos a quien aman.

Unos versos de los niños,
un poema que trasladan,
son los besos temblorosos
que se escapan de sus almas.

Rafael Sánchez Ortega ©
07/06/10

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