QUISE AVANZAR POR LOS MARES

Quise avanzar por los mares
en una barca sin remos
y me encontré con dos aguas
entre la mar y los cielos.

Fui navegante sin rumbo
por tantos mares eternos,
unos cercanos y verdes,
otros azules y lejos.

Allí aprendí a ser marino,
y hasta pescar sin saberlo,
de la cacea al palangre
y con la caña y el cebo.

Luego, curtida la cara,
por el nordeste tan fiero,
hizo de mi un hombre libre,
al zagalillo travieso.

Así pisé las tabernas
de las aldeas y puertos,
y me mezclé con las gentes,
sus chascarrillos grotescos.

Era la brisa del norte
quien despeinó mis cabellos,
era ese labio divino
el que me daba su beso.

Alguien me dijo una tarde
que se buscaban mancebos,
fuertes y bien aguerridos
para cruzár los océanos.

Y sin pensarlo siquiera
me decidí en un momento,
puse mi nombre en la lista
y me llamaron muy luego.

Pronto partimos de Cádiz,
iba el navío ligero,
con un zagal que cantaba
y suspirando su pecho.

...¿Y qué pasó en ese viaje?,
¿Hubo o no hubo regreso?,
¿casó con dama muy bella
y regresó con dinero?...

Cuatro preguntas en una,
y una respuesta de hielo,
porque termina el romance
y continúan los sueños.

¡Sueña que sueña el marino!,
sueña con mares violentos,
sueña con olas que llegan,
sueñan sus sueños viajeros.

Rafael Sánchez Ortega ©
27/08/10

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