TE SEGUÍ TRAS TUS PASOS COMO UN CIEGO...


I

Te seguí tras tus pasos, como un ciego,
intentando tocarte con mi mano,
pero tú no me diste aquel sosiego
y mi mano en el aire quedó en vano.

Continué tras tus huellas, no lo niego,
esperando ese gesto tan cristiano,
de la luz y el cariño, sin un ruego,
que Jesús nos donó por ser humano.

Pero tú, con tu paso indiferente,
te alejabas sin más por la vereda.
Un sudor me bajaba por la frente,
y manchaba mi faz la polvareda.
Al final te mezclaste con la gente
y quedé solitario en la alameda.

Rafael Sánchez Ortega ©
25/08/11

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