DIOS ME CONOCE...



Dios me conoce y sabe los motivos de la niebla
de mi alma.
Él es testigo de la bruma que aparece por la tarde
y entristece las paredes de la iglesia que, 
desde hace años, permanece en silencio.
Yo intento contener esa nostalgia
y la compuerta con las lágrimas saladas
que se escapan de mis ojos y pupilas
en este otoño que avanza lentamente...

Pero Dios me conoce y sabe todo esto.
Por eso mismo sabe que le llamo 
y que le hablo muchas veces, 
desde el silencio de mis pasos,
y lo hago mirando a la vida que me rodea,
mientras camino y busco en el cielo su presencia
a través de las aves y las nubes
y otras veces en esa luna de trapo
que se asoma blanquecina 
para que le cuente mis penas.

Pero Dios me conoce y me sonríe
y me envía, de vuelta,
una flor cubierta de poesía
que acelera los latidos de mi corazón.

Porque Dios me conoce y sabe mis cosas,
los pequeños y grandes secretos 
que guardo en el alma,
desde amores a odios,
con noches cerradas y albas eternas,
y también a las puertas que abrieron mis manos,
a los días sin sombra y a los mares
sin playas ni olas que nunca existieron...

Y es que Dios me conoce y sonríe
al saber la locura que anida
en mi mente.

Yo no sé si el camino que sigo es correcto,
pero Dios sí lo sabe y nada me dice,
esperando que yo le suplique 
y le diga si es cierto que los pasos que sigo
me llevan al puerto 
y a encontrar esa rosa que anhela la luna,
que pide el poeta, que clama el amante,
y que tiembla en sus pétalos jóvenes
al sentir una voz sin palabras
diciendo: "te quiero".

Pero el Dios que conoce mis penas
es también ese Artista que forjó el poema 
y la Vida donde ahora me encuentro,
el Juglar de juglares que animó mis pupilas
en el tiempo de infancia,
el Amante con nombre que nos dio, con Amor, 
sus poemas,
la figura serena que sufrió y se entregó
por el hombre, sin pedir nada a cambio...

...Y ese Dios me conoce, lo sé,
y por eso le busco y le hablo
y recojo del cielo las tiernas palabras
que manda en los días de otoño,
animando a mi alma a que venza
sus miedos.

Pero Dios me conoce y me ama,
aunque yo, muchas veces, 
le ignore y me asuste nombrar su presencia,
porque él sabe bien lo que ocurre en mi pecho 
y los qués y por qués
de mis dudas y miedos.

Rafael Sánchez Ortega ©
22/10/17

No hay comentarios: