4.481 - UNA COLINA...



Una colina

con una cruz en ella.

El cielo azul.


Un bello cuadro

que atrapa al senderista

cuando lo ve.


Llegan cansados

los cuerpos y las almas

del montañero.


Allí descansan,

reponen bien sus fuerzas,

para volver.


Después de un rato,

los cuerpos reforzados

están dispuestos.


Hay que bajar,

de nuevo, de las cumbres

hasta la aldea.


Vuelven a casa

los cuerpos muy cansados

con almas sanas.


Llevan caricias

repletas de ternura

de las alturas.


Y entregarán,

la gracia conseguida

a sus amigos.


Rafael Sánchez Ortega ©

16/10/20


Es quizás el recuerdo y la nostalgia de tantos días subiendo, con esfuerzo, hasta llegar a esa cumbre y alcanzando esa cruz, ese "hito" o esa referencia que marca que has tocado el "techo" de ese lugar solitario y encantador de la montaña. 

Allí es donde enmudecen las palabras y se alegra la vista con todo el panorama de alrededor, mientras la piel se estremece ante la caricia lujuriosa de la brisa... Recuerdos de llegar y tumbarse para  ver la inmensidad del cielo y sentirle más cerca y tú, volar, entre las nubes, con unos sueños infantiles y sin nombre...

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