4.904 - Y A USTED...




–Y a usted, ¿quién le ha dado

vela en este entierro?,


Me sorprendió la pregunta

y hasta arrugué el entrecejo

por la tormenta cercana

que presagiaban los truenos.


Era una boca torcida

con unos labios inquietos,

bajo nariz aguileña

y con los ojos morenos.


Érase un cuerpo menudo

tras un vestido harapiento

y que temblaba de frío

con el cabello revuelto.


Me repitió la pregunta

ante el vacío y silencio,

ya que ignoré la locura

que le impulsaba a este necio.


Quise pasar los segundos

y acelerar así el tiempo,

por la pregunta indiscreta

y mi respuesta con miedo.


Y es que ese miedo tenía,

y me costaba creerlo,

aunque el truhan de la misma

fuera un canijo completo.


–¿Repetirás la pregunta?

–dije, de modo indiscreto–,

ya que mi mente flaquea

y lo que oí no lo creo.


Me contestó, nuevamente,

el iracundo sujeto:


–Digo, que, a usted, ¿quieén le ha

dado vela en este entierro?


–Vamos a ver, entendido,

si me aclaro y le contesto,

porque pregunta, tan tonta,

no merecía estos versos.


Primero, no sé queé dice

de algún entierro y sin muerto,

ya que no veo cadáver

ni funeral bajo el cielo.


Segundo, no tengo vela

ni encendedor para el fuego;

tampoco fumo tabaco,

aunque otros vicios sí, tengo.


Tercero, le digo a usted

que le pregunte al loquero

y que se quede con él,

con un bozal y bien puesto.


Y ahora me voy, tengo prisa,

porque me aprieta el canguelo,

ya que no aguantan mis piernas

tras su precoz balbuceo.


Adiós, persona non grata,

quédese usted con los cuerdos,

del manicomio fugados

y en infantil putiferio .


Rafael Sánchez Ortega ©

05/12/21

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