SALIÓ LA NIEBLA UN RATO DE PASEO

Salió la niebla un rato de paseo
a contemplar la noche con la luna,
quería contagiarse de su encanto
y acariciar sin pausa su hermosura.

La noche misteriosa y la nevada,
el puerto silencioso con su bruma,
los árboles del parque que dormitan,
la iglesia con su torre y su figura...

La niebla dulcemente los besaba
con besos invisibles que circulan,
sacando mil suspiros a las calles
de piedras, soportales y columnas.

Afuera, entre los muros y palmeras,
estaban criaturas muy nocturnas,
ocultas, en la hiedra, dormitando,
los buhos, los malvises y lechuzas.

Un halo de perenne escalofrío
se siente con la niebla que lo cruza,
parece que se escribe una tragedia
en medio del desierto con sus dunas.

Entonces se reciben los abrazos
del viento huracanado que se junta,
la niebla tiene un fiel acompañante
se siente menos sola y más segura.

La niebla se recuerda con agrado,
lo mismo que las citas que ella oculta,
los besos impacientes reprimidos,
las manos que encontraron lo que buscan.

¡Ay lindo corazón!, haz que la niebla
te envuelva con su capa de blancura,
te bese con los labios del amante
y sientas que sus dedos te desnudan.

Entonces vivirás, junto a la niebla,
un tiempo diferente y sin usura,
un mundo compartido entre dos almas
que buscan en la tierra su fortuna.

Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/10

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