TUS MANOS...


Hoy como ayer, y como tantos días,
tomo tus manos en silencio.
Las miro y acaricio,
cruzo mis dedos con los tuyos,
los siento cerca,
percibo en ellos tu latido
y siento que me hablan con su roce.


Es una sensación indescriptible,
parece como si estuviera tocando
los pétalos de una rosa
en el jardín de tu alma.


Tus manos tienen vida, son parte tuya,
y me siguen contando de ti,
me hablan de lo que sientes,
de lo que piensas,
de aquello que sueñas
y no te atreves a decir en voz alta;
me cuentan de tus fantasías
y de tus sueños.


Y mi mano sigue acariciándote,
sigue buscando en la tuya
la esencia de la vida,
el suspiro de tu corazón,
la luz de tu mirada.


Porque entre esos dedos maravillosos
está la dulzura más exquisita,
el placer contenido de tu cuerpo,
los besos ardientes de tus labios,
la caricia pedida y esperada,
la voz temblorosa que buscaba
y el segundo interminable
del amor y del placer.


Suspiro con tus manos en mis manos...


Suspiro y te miro y te digo que si,
quiero que me toquen tus dedos,
que me acaricien tus manos,
que me rocen en ese beso eterno
y prolongado,
para sentirte cerca,
para compartir contigo ese momento,
para arrancar de mi pecho ese gemido,
ese susurro desgarrado,
ese grito con tu nombre...


...Hoy, como ayer, y como tantos días,
tomo tus manos y te amo, vida mía.


Rafael Sánchez Ortega ©
12/04/11

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