NUNCA TE OLVIDARÉ AMOR...


Nunca te olvidaré amor,
porque fuiste la esperanza
de un corazón herido volviendo de la guerra
que al escuchar tu voz y tu palabra
volvió a sentir que el sueño renacía.
Y me fijé en tus ojos tan castaños
que hablaban sin tapujos en la tarde;
tú me animaste amor, lo reconozco,
para seguir buscando a las estrellas
entre el montón de nubes
de la vida.
Porque allí estába, también esa alegría,
en la porción de sangre congelada
esperando el roce simple de los sueños.


Nunca podré olvidar amor, aquel momento
en que renació mi mano del olvido
para llevar de nuevo hasta el cuaderno
a la gaviota gris que nos seguía.
Y fuiste tú, precisamente,
saliendo de la nada,
quien separó el papel del calendario,
quien rompió los días de un pasado
tortuoso,
y quien me dijo, mirándome a los ojos,
"que adelante,
que viviera y escribiera,
que dejara en el cuaderno todo aquello,
que pensara y que soñara,
sin verguenzas y sin miedos".


Y a tu lado amor, también recuerdo, una tarde
disfrutando de un paseo en la ribera,
con preguntas y respuestas, sin palabras,
que trazaban y obtenían nuestras manos
y miradas.
Ellas solas entendieron el momento
y la puerta de las almas que se abría,
y el sabor de los suspiros
y el susurro con los besos
de dos labios temblorosos,
musitando nuestro nombre...


...Pero la vida sigue y continúa
y aquel momento es parte de la historia,
de tu historia y de mi historia,
de ese girar del tiovivo tan constante,
que nos conduce y nos embriaga
como la corriente desbocada de los ríos.


Y te quedaste allí, entre tus lágrimas,
y yo volví partiendo de tu lado,
con los ojos empañados y tu nombre
en mi garganta.
Atrás quedó un lugar inolvidable,
segundos rescatados y perennes,
de ese jardín hermoso,
revivido en tu presencia,
mientras dormían y se ahogaban
en las simas más profundas,
los dolores del pasado.


Nunca podré olvidarte amor, y tú lo sabes,
me despertaste allí, de aquel letargo,
en la Ciudad Recuerdo que conservo
en la retina;
esa Ciudad con la que sueño tantas veces,
y ese lugar recóndito y sereno
donde sólo se escuchaba el latir
de nuestros corazones,
que rompían los cristales y las nieblas
deseando que aquel sueño no acabara...


Rafael Sánchez Ortega ©
10/12/11

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