ADMIRO...


Admiro la quietud de las farolas,
los bancos silenciosos en el parque,
la triste soledad de las iglesias
y el canto que destilan los misales.

Admiro la blancura de los días,
la luz que nos alumbra por las calles,
el vuelo, sin palabras, del cometa
y el canto irreverente de las aves.

Admiro a las gaviotas en su vuelo,
las copas sinuosas de los árboles,
las nubes con sus formas caprichosas
y el río que se pierde por el valle.

Admiro la paleta del artista,
los dedos con primor, tan singulares,
la eterna calidez de sus sentidos
y el sello inconfundible de su sangre.

Admiro la altivez del camposanto,
la sombra del ciprés que es para nadie,
los rezos que retornan con el eco
y el dulce escalofrío de la tarde.

Admiro la fontana cantarina,
el grifo con el agua tan potable,
la gota que se pierde en el remanso,
y el vaso que se apura en un instante.

Admiro los ojitos soñadores,
los labios que susurran unas frases,
las manos que acarician con ternura
y el seno que palpita bajo el traje.

Admiro la pasión de los sentidos,
deseos con locuras que renacen,
los cuerpos que se juntan a los cuerpos
y hay almas que desean ser amantes.

"...Admiro a los poetas que, en sus letras,
condensan todo esto en pocas frases,
nos llevan con su magia y maestría
a un mundo de ilusión interminable..."

Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/15

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