UN SABOR AGRIDULCE...


Un sabor agridulce
ha quedado en mis labios,
al notar tu presencia
y tu mano en mis manos.

Eras tú, como siempre,
mariposa a mi lado,
golondrina sin nombre
con tu rima y tu ramo.

Acudías, sin prisa,
con tu ritmo y tu garbo,
para ir al encuentro
del estanque dorado.

Allí estaban las hadas
con los elfos y magos,
y también viejos bosques
con enormes castaños.

Y quedamos en verlos
y también en tocarlos,
en rozar sus cortezas
para luego besarnos.

Y escribimos los nombres
en el tronco, temblando,
y cerrando los ojos
por el cielo volamos.

Un sabor agridulce
he sentido al contarlo,
pues te vi, como entonces,
con tu blusa de antaño.

Era a ti, bella niña,
con tus ojos tan claros,
tan azules e intensos
que los míos buscaron.

Era a ti, te repito,
la del pelo tan largo,
revoltoso y coqueto
con su tono castaño.

Que busqué entre tus ojos
esa gracia y encanto,
y el latir de tu pecho
y el suspiro velado.

Te pedí que vinieras
a soñar lo que hablo
y a buscar en la vida
algo más que un verano.

Y lo hicimos, sin duda,
y en la misma gozamos,
y cerramos los ojos
y las almas callaron.

"...Un sabor agridulce
hoy me viene a los labios,
te recuerdo y te quiero,
Cenicienta a quien amo..."

Rafael Sánchez Ortega ©
02/04/15

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