ME SUPLICAS QUE ENCUENTRE A TU MUSA...


Me suplicas que encuentre a tu musa
poetisa de letras doradas,
y no sé si se encuentra muy cerca
o quizás está allí, en tu casa.

Tú me dices que mire despacio,
que es posible que esté en mi ventana,
y yo miro y remiro en la noche
para ver a una luna de plata.

¿Es tal vez esa musa qué buscas?
¿es la luna tu dulce nostalgia...?
Si es así yo la apaño y recojo
y la envío paciente a tu alma.

Pero puede que sea distinta,
esa musa que dices te falta,
y no sé si buscar en los cielos
o en el mar con su arena y resaca.

Todo esto lo tengo muy cerca,
desde el mar a la luna tan blanca,
y no sé si tu musa se esconde
en un cofre de sueños y hadas.

Porque puede que pase el otoño,
(primavera en tu tierra lejana),
y tú sigas buscando a la musa
con el verso que teje y que habla.

Y es así, en mi caso concreto,
con las musas que juegan y cantan,
con las otras que son revoltosas
y también con metáforas claras.

¡Cuántos versos nos dejan las musas!,
¡cuántas notas arrancan del arpa...!
Porque el alma intranquila las quiere
y las busca con mucha nostalgia.

"...Me suplicas que encuentre a tu musa,
y te digo que está solitaria,
en un banco del parque cercano
esperando de ti su mirada..."

Rafael Sánchez Ortega ©
15/11/16

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