ES...



Es, quizás, una extraña paradoja
releer esos versos, tan sagrados,
que tus dedos, del alma, los despoja
y en un cáliz coloca desnudados.

Es el pecho del hombre que se enoja
recorriendo con hambre los sembrados,
aunque luego una imagen infrarroja
le transmita tus besos tan ansiados.

Porque es la visión del caminante,
esa luz con que llega el nuevo día,
la pasión y el amor en cada instante
con que logra crear la poesía.

"...Y por eso el poema es tan brillante
porque tú le has sembrado de alegría..."

Rafael Sánchez Ortega ©
30/11/16

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