ERA UN LIBRO PERDIDO...


Era un libro perdido y olvidado,
una pieza olvidada en un museo,
eran letras de un viaje comenzado
renovando las lavas del deseo.

Pero el viaje no estaba consumado
y extendía, en la noche, su paseo,
intentando tenerlo terminado
y acabar, de esa forma, su escarceo.

Hoy el libro perdido está presente
y palpita en el día y la mañana,
aportando alegría al inocente.

Porque deja la lava tan cercana,
en la letra que surge intermitente,
que al final su pasión es nota humana.

Rafael Sánchez Ortega ©
25/04/17

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