4.091 - ME DETENGO A TU LADO...


Me detengo a tu lado y te miro,
adorada compañera de tantas jornadas.
Quiero sentir tu abrazo,
la caricia de tus labios,
la sal que se pegue a mi piel
en un beso sin nombre.

La vida es como un estremecimiento
a tu lado,
y se vive, intensamente,
al sentir la montaña cercana,
adivinar los pueblos abajo,
el canto de los pájaros y sus nidos
y poder buscar el agua de esos ríos,
para calmar la sed que me atormenta.

Pero me fijo en ti para admirar tu vestido,
esa falda de encajes blancos
que destaca entre el azul celeste.

Trato de sentir y mezclarme 
con lo que hay debajo, 
con lo que tiene vida,
con esos latidos impetuosos
de tantos seres que viven en tu cuerpo, 
y que aman de esa manera irracional,
y maravillosa, en tus entrañas.

Luego te veo con esa melena encrespada,
furiosa, y llena de espuma,
donde no se adivinan los ojos
ni el gesto de tu boca,
y siento frío.
Noto un sudor por mi cuerpo al presentir
que el cielo se oscurece,
y que tu cara cambia de color,
porque la rabia llega a tu alma,
y la azota,
y te vuelves a todo lo que te rodea
y sacudes tu furia contra ellos,
esos invisibles enemigos.

...Pero parece que cede....

La tempestad da paso a un cielo renovado.
Las nubes van dejando claros en el cielo
y, de nuevo, puedo admirarte,
puedo contemplar tu figura,
puedo sentirte en tus latidos,
en los susurros que van saliendo de tus labios,
en los suspiros sesgados de tu pecho
y en el salitre que dejas en mis labios.

La galerna ha quedado atrás
y tú, mar, mi viejo mar, mi mar azul, estás aquí,
junto a la trainera, 
anciana, y deshauciada,
que desde una rampa te contempla...

Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/20

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