HACÍA DÍAS QUE NO TOMABA LA PLUMA...


Hacía días que no tomaba la pluma
y miraba por la ventana para decir "Buenos días",
y quería hacerlo.


Deseaba decir esos "buenos días"
y gritarlo alto para que llegara
a su destino,
a ese lugar donde los sueños se hacen realidad,
donde los niños juegan sin saber que la vida
sigue su curso,
donde los hombres caminan y sonríen y lloran,
y trabajan y hacen un alto en el camino,
y salen en las mañanas de sus casas
y vuelven por la tarde de regreso.
Deseaba decir esos "buenos días
a ese lugar sin nombre en el universo
y que nosotros llamamos nuestro mundo,
nuestra pequeña esfera que flota en el espacio
y se llena de vida en cada instante.


Y deseaba decirlo a través de la ventana
y que llegara mi voz hasta la iglesia
envejecida,
que fuera también a los pinos y a la ría,
que abrazara a las barcas
que dormitan en las aguas
y que siguiera también buscando el alma
de las personas débiles
y me buscara a mí,
para decirme también "buenos días".


Porque yo quiero y necesito ese saludo,
esa palabra, ese grito que surja en la ventana
y que rompa el silencio de la noche
con las primeras luces del alba.


Yo preciso ese "buenos días" de ti amor,
precisamente de ti
y por eso lo grito y lo escucho con el eco
que me lo devuelve, enriquecido,
tras haber rozado la ternura de tu alma.


Rafael Sánchez Ortega ©
18/02/12

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