TE AHOGABAS...



Te ahogabas, me dijiste aquella tarde,
ya que hago mis quehaceres y estoy sola,
y no puedo evitar pensar 
en cómo llevaré la soledad y los recuerdos.

En aquel instante nos abrimos nuestras almas 
compartiendo soledades y recuerdos.
Personajes que crearon adición y dependencia,
tiempo atrás, 
volvieron otra vez a estar presentes
y a mostrarnos esa droga tentadora
que precisan los sentidos.
Era como una locura compartida
recorriendo nuestras venas,
un volcán incandescente derramando
nueva lava 
y una sangre renovada precisando 
el galope impetuoso de las llamas
que impedían, se apagaran, los rescoldos
de los pechos.

Parecía que acabáramos de encontrar
un botiquín en nuestros labios
para curar viejas heridas
a pesar de que la sangre se escapaba
en la hemorragia de la vida
y la muerte se acercaba, lentamente.

Hoy no sé ni dónde estás,
(aunque no importa)
porque sigo estando aquí,
donde me viste y saludaste,
donde tomaste mis poemas y mis letras,
donde escuchaste mis palabras
y me robaste el corazón, sin tú saberlo,
donde te dije en un susurro "que te amaba",
donde escuché la historia de tu vida
que contabas,
y donde te vi y te saludé, un día,
no sé cuándo, 
para decirte adiós,
y para siempre,
mientras a las pupilas afloraban
unas lágrimas traidoras.

Rafael Sánchez Ortega ©
09/01/18

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