ME ASOMÉ PARA VER LA BALAUSTRADA

Me asomé, para ver la balaustrada,
contemplando las flores de los vientos,
eran restos surgidos de la nada,
los rescoldos de vidas sin cimientos.

Yo buscaba la rosa tan soñada,
la que surge en los libros y los cuentos,
con su seda tan dulce destacada
de palabras, promesas, juramentos...

Pero vi solamente aquel vacío,
el que ofrece la noche simplemente,
soledad con la sombra del albero.

Y temblé de pasión y no de frío,
como tiembla el amante dulcemente,
esperando el abrazo tan sincero

Rafael Sánchez Ortega ©
11/12/10

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