PARECÍA QUE ESTABA SOÑANDO

Parecía que estaba soñando
y dormía profundo en su lecho,
una paz envolvía su alma
y una calma profunda su pecho.

Se quedaron afuera, cansados,
los eternos y viejos recuerdos,
y quedaron mirando la luna
y la sombra feroz de los cielos.

Allí estaban momentos pasados,
las sonrisas de labios inquietos,
los suspiros un tanto envolventes
y hasta el labio dador de los besos.

Pero estaba la ardiente figura,
la princesa creada en los sueños,
la sirena de playas y mares,
que surgió de la mente a los cuentos.

Es preciso que siga soñando
nuestro hombre de blancos cabellos,
y que siga buscando el descanso
más allá de la luz y el silencio.

Es un cuadro quizás sugerente
ver al niño que sueña despierto,
recorriendo las calles y plazas,
las campiñas, ciudades y pueblos.

Porque busca en los sueños la imagen,
la silueta que forman sus versos,
con la piel delicada y sublime
que recorren temblando sus dedos.

Y así siente aquel cuello tan lindo
y la seda sutil de sus senos,
y sus dedos palpitan y tiemblan
al rozar lentamente su cuerpo...

...Pero todo se acaba y termina,
y se rompe el cristal del espejo,
los recuerdos se marchan y esfuman
y se quedan llorando los ciegos.

Esos ciegos de amor y locura
que persiguen los sueños sin serlo,
¡los poetas que viven soñando
y que aman la vida viviendo!

Rafael Sánchez Ortega ©
08/12/10

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